Opinión

Por Clara, por Concepción y por María. Vota

  • El próximo 25 de julio el Colegio de Abogados de Sevilla decidirá si pasa a ser Colegio de la Abogacía

Por Clara, por Concepción y por María. Vota

Por Clara, por Concepción y por María. Vota

"Es el mundo de las palabras el que crea el mundo de las cosas" esta frase de J.Lacan resume como la relación entre significante y significado es capaz de transformar la realidad a través del lenguaje, por eso, son las palabras las que nos emocionan, las que nos igualan y las que nos separan.

El próximo lunes 25 de julio votaremos el cambio de nombre del Colegio de Abogados de Sevilla con el que fue fundado en el año 1732. Nuestra Institución, como todas las de la época, era exclusiva de hombres, motivo por el que se nombró así. Si alguien hubiese perseguido un lenguaje igualitario seguramente habría tenido el mismo final que tuvo Olympe de Gouges, degollada por desafiar los valores de la Ilustración al escribir la Declaración de Derechos de la Mujer, una provocativa transformación de la Declaración de los Derechos del Hombre consistente en sustituir del texto original la palabra hombre por la palabra mujer. Pretendía, a través de las palabras, reconocer de manera formal la igualdad. Afortunadamente en la Europa de hoy no ruedan cabezas, pero tenemos demasiados ejemplos del señalamiento que existe a quienes pretenden avanzar por la igualdad.

Tuvieron que pasar unos doscientos años para que, con el empuje de sufragistas como Concepción Arenal, Rosalía de Castro y miles de mujeres anónimas, en 1925, nuestra institución modificase sus Estatutos para permitir, independientemente del sexo, la participación en el ejercicio profesional. El 30 de marzo de 1932 una mujer pudo formar parte de nuestros registros. Tenemos el honor que, aun no siendo sevillana, fuese Clara Campoamor; la mujer que lo dio todo por la igualdad jurídica, a la que le debemos el derecho al voto femenino en España y los principales avances en materia de divorcio. A ella le siguieron en su colegiación Concepción Pérez Álvarez de Toledo y María del Carmen Goñi, mujeres que no se estudian en los libros de historia pero por las que muchas otras han podido seguir avanzando.

Sabemos que los avances en igualdad no son una cuestión exclusiva de las mujeres, sino que son algo que nos ordena como sociedad, tenemos que ser capaces de reconocer la necesidad de cambiar nuestro propio lenguaje. Por eso impacta la respuesta que da Clara Campoamor a un periodista tras su colegiación, preguntada sobre como debían referirse a ella, respondió "como abogado". Hoy llamar abogado a una mujer es algo anacrónico, que únicamente se justifica para exteriorizar un posicionamiento político conservador. Porque somos conscientes de que lo que no se nombra no existe y, por tanto, nos limita hasta donde podemos llegar. De ahí que el lenguaje inclusivo persiga representar de una manera fiel la sociedad diversa en la que vivimos, para dejar atrás la invisibilización de aquellas personas que no son nombradas y que las generaciones venideras puedan tener un espejo en el que verse reflejadas.

Así, con un pie en la memoria y otro en el presente, siendo conscientes que queda camino por recorrer, necesitamos hacer el esfuerzo de movilizarnos y votar, un paso simbólico pero necesario para avanzar y revocar el contrato sexual basado en la desigualdad y sustituirlo por el de la emancipación. Esta victoria es clave para seguir trabajando con la alegría y el orgullo que lo hacen ya quienes se han colegiado en Madrid, Barcelona o Valencia. Colegios que han visibilizado su compromiso con la igualdad cambiando su nombre por el de Colegio de la Abogacía, dejando atrás un lenguaje que genera discriminación.

Ahora le toca a Sevilla. Por Clara, por Concepción y por Maria, vota.

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