Condenan a un conocido ladrón de Sevilla a doce años y medio de cárcel por asesinar al padrastro de su pareja en las Tres Mil

Jurado popular

La Audiencia de Sevilla castiga a Francisco G.M. por asesinato con la atenuante muy cualificada de drogadicción, ya que en el momento de los hechos tenía sus facultades limitadas por el consumo de sustancias estupefacientes

El hombre que apuñaló a su ex suegro: "No sé que había en mi cabeza. Pido perdón a la familia"

El hombre que apuñaló a su ex suegro: "No sé que había en mi cabeza. Pido perdón a la familia"
Francisco G.M., sentado entre dos policías durante la primera sesión del juicio. / José Ángel García

La Audiencia de Sevilla ha condenado a doce años y medio de cárcel a un hombre que mató al padrastro de su pareja en las Tres Mil Viviendas asestándole dos puñaladas. En la sentencia notificada ahora a las partes personadas por problemas técnicos con el nuevo sistema de gestión judicial @driano, la magistrada-presidenta del Tribunal del Jurado sigue el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular en junio y castiga a Francisco G.M., un conocido alunicero apodado El Monte, por un delito de asesinato con la atenuante muy cualificada de drogadicción y lo obliga a indemnizar a la familia del fallecido con un total de 240.000 euros.

Como recoge la sentencia, el jurado popular consideró probado que los hechos ocurrieron sobre las seis de la tarde del 5 de septiembre de 2022. El encausado agredió primero a su pareja sentimental en el domicilio que ambos compartían (este suceso es objeto de otro procedimiento ante los juzgados de Violencia sobre la Mujer), lo que motivó que la mujer se marchase a casa de su madre, quien convivía con el fallecido, que era su pareja y que, sin ser su progenitor, mantenía “una relación análoga de afectividad” a la paterna con la agredida.

Sobre las 20.00 horas de ese mismo día, y como quiera que el acusado “imaginaba” que su pareja se encontraba en casa de su madre, se presentó allí y "desde la calle le gritó que bajase a hablar con él”. La víctima, “desde la ventana de su domicilio, le espetó para que dejase de gritar y abandonara el lugar".

Empezó entonces una discusión entre ambos en el transcurso de la cual el acusado, “determinado” a que su pareja bajase “y con intención de causar un menoscabo patrimonial” al otro varón, se dirigió a su vehículo, que estaba aparcado en la puerta, y le pinchó las ruedas y le fracturó algunos cristales. Los daños fueron tasados pericialmente en 455 euros.

Al verlo, la víctima bajó a la calle y se encaró con el acusado, quien “de forma sorpresiva” sacó un cuchillo de grandes dimensiones que portaba escondido e hizo ademán de clavárselo. El otro intentó huir, pero no lo logró porque fue alcanzado por el investigado, quien “con la evidente intención de causarle la muerte, asegurando su ejecución sin ningún tipo de defensa por parte” de la víctima, le asestó dos puñaladas por detrás, una en el costado y otra en la espalda.

El agredido fue trasladado a un centro hospitalario pero falleció por las heridas sufridas, en concreto por un shock hipovolémico como consecuencia de una hemorragia interna severa causada por heridas con arma blanca que afectaron a órganos vitales. Además, no presentaba lesiones de defensa en los brazos o en las manos. La sentencia subraya que “no tuvo oportunidad de defenderse" porque las puñaladas que recibió "lo alcanzaron cuando estaba de espaldas” al condenado.

Francisco G.M. huyó tras la agresión mortal y fue detenido varios días después en Los Pajaritos. No era un extraño para la Policía, ya que con 35 años presenta un historial delictivo con 56 detenciones. En su expediente le constan arrestos por todo tipo de robos, aunque se había especializado en los robos con fuerza mediante el método del alunizaje. De hecho, según declaró la jefa del Grupo de Homicidios en el juicio, el acusado agredió a varios agentes durante su arresto y llegó a romper la mampara y descolgar la puerta del vehículo policial.

"No sé qué había en mi cabeza"

La Audiencia beneficia a El Monte con la atenuante muy cualificada de drogadicción, lo que en la práctica repercute en una drástica bajada de la pena, porque era consumidor habitual de diferentes sustancias tóxicas y eso le hacía padecer trastornos mentales y de personalidad. En el momento de los hechos estaba precisamente bajo el influjo de dichas sustancias, lo que “limitaba, sin suprimir, sus facultades intelectivas y volitivas”. En el juicio, además, reconoció los hechos, mostró su arrepentimiento y pidió perdón a los familiares de la víctima. "No sé qué había en mi cabeza", declaró ante el jurado.

La Policía halló en el lugar de los hechos el arma empleada para el asesinato. Era un cuchillo monocortante de aproximadamente quince centímetros de largo con forma de pistola antigua.

stats