Le pudo la vanidad de exhibirse cazando aves protegidas con su hijo de diez años: un cazador ha sido condenado a diez meses de cárcel por dar muerte a más de dos centenares de aves protegidas en las marismas. Se da la circunstancia de que el caso fue descubierto accidentalmente, durante una investigación más amplia en persecución de unos traficantes de drogas en la que se intervinieron teléfonos y aparecieron numerosas fotos del acusado cazando con su hijo.

Una sentencia del juzgado número 3 de Coria del Río, a la que tuvo acceso este periódico, indica que entre julio de 2016 y agosto de 2017 el investigado cazó gallineta, aguiluchos laguneros, cigüeñas blancas, fochas comunes, ánades, grullas, bisbitas, tarabillas,  lavanderas, andarrios, ánades reales, moritos y águilas ratoneras.

Lo hizo “acompañado en numerosas ocasiones de su hijo de 10 años”, a quien luego fotografiaba con los animales “a modo de trofeo”.

La caza de todas las aves citadas está prohibida por estar protegidas e incluidas específicamente en el catálogo de especies amenazadas de España y la ley andaluza de conservación de la flora y fauna.

El juicio no llegó a celebrarse porque el investigado reconoció el delito continuado contra la fauna y aceptó la condena de 10 meses de prisión e inhabilitación especial para el ejercicio de la caza durante 28 meses.

Pagará 55.100 euros a la Junta por las 200 aves muertas

La sentencia precisa que el valor total de los más de doscientos ejemplares eliminados asciende a 55.100 euros, cantidad que el acusado deberá abonar a la Junta de Andalucía.

Se trataba de un cazador prolijo: el 5 de noviembre de 2016 cazó  94 gallinetas, el 4 de enero de 2017 mató 21 ánades reales y otro día de septiembre de ese año cazó 25 agachadizas, según la sentencia.