La caja negra

Andalucía siempre con espuma, presidente

  • Juanma aprieta, pero el BOJA no ahoga. A partir de las seis, solo están a la venta los alcoholes fermentados

Juanma Moreno coge una cerveza en un bar durante la campaña electoral de las andaluzas

Juanma Moreno coge una cerveza en un bar durante la campaña electoral de las andaluzas / M. G. (Granada)

EL BOJA es un huevo kinder que siempre esconde un regalito en el interior. ¡Siempre toca! La tercera modernización consiste en que los andaluces nos leamos bien este BOJA que nunca defrauda. Moreno aprieta, pero el BOJA no ahoga. El presidente prohíbe la venta de alcohol a partir de las seis de la tarde, en la Andalucía donde todo el tabernerío tiene que estar clausurado justo a esa hora, pero las páginas del boletín dejan abierta la posibilidad para despachar vino y cerveza. Andalucía siempre sabe mejor con espuma, presidente. Cruzcampo, Alhambra o Victoria. ¡Usted sí que sabe, Juanma! El que quiera seguir yendo al supermercado a por la litrona, las latas o los botellines podrá seguir haciéndolo. Andalucía como una gran barra de bar de hospital: destilados no, fermentados sí.

Todo está en la Roma clásica: que no falte el pan ni el circo a los administrados. Es el principal criterio de un buen gobierno. No hay cofradías, pero hay Netflix. Hay toque de queda, pero puede usted proveerse de vino y cerveza hasta el final del día. El que quiera ginebra, whisky y ron que se de prisa antes de las seis de la tarde. El Gobierno andaluz le tiene bien cogida la medida a los borrachuzos de plazas, jardines y glorietas. Lo demostró en Navidad, pero se rajó a los pocos días dejando abrir los bares y restaurantes de 20:30 a 22 horas.

Las grandes concentraciones festivas siempre han estado bien controladas hasta que entran en juego los destilados. La Feria, que congregaba hasta 2019 a miles de personas, nunca ha presentado problemas de orden público pese a las grandes cantidades de ingesta de vino. ¿Dónde estaban los problemas? A partir de la puesta de sol en las casetas que despachaban los combinados. ¿Les suena algo parecido en cierta noche de la Semana Santa? El consumo de alcohol rompió hasta en cinco ocasiones la Madrugada. Y es el mismo fenómeno que dispara los contagios de esta pandemia que nos ha tocado sufrir.

El Gobierno trata de poner trabas a las botellonas en las casas particulares, a quienes alquilan pisos turísticos para montar la fiesta las noches de los fines de semana. Sí, claro que siempre se pueden comprar las provisiones de destilados antes de las seis de la tarde, pero el objetivo es hacerlo más difícil. El Gobierno es benévolo con los andaluces que, como Rajoy, saben beber vino y cerveza con toda naturalidad. El barbudo gallego ya lo proclamó en su día: “¡Viva el vino!”. Y sabemos el gran afecto que Moreno le tiene al registrador de la propiedad. A los andaluces nos pueden dejar encerrados en nuestras bellas ciudades, perimetrados o como se diga ahora; nos pueden privar de Semana Santa, romerías y fiestas de guardar, pero no nos pueden quitar la cerveza ni el vino, que forman parte de la liturgia cotidiana de quienes se permiten pequeñas licencias tras un día de duro trabajo.

¿Se imaginan qué hubiera ocurrido si el BOJA de Juanma no enmienda el error a última hora? Esa casa a las ocho de la tarde...

–Niño, llégate al Supersol a por cerveza. ¡Y cógela fría que me la voy a tomar ahora mismo!

Y ese niño que vuelve al ratito con el dinero sin gastar y la cara circunspecta.

–Papá, que no me la venden. Dicen que Juanma lo ha prohibido.

Tragedia, hubiera sido una tragedia. A ese padre no se le hubiera olvidado en la vida ese momento de frustración. Menos mal que alguien en San Telmo ha puesto cordura y ha metido el regalito del vino y la cerveza en el BOJA como una cesta de Navidad con retraso. ¿Habrá sido mi dilecto Elías, que últimamente luce chaquetas verdes modelo Ryder Cup? ¿O quizás el consejero de Salud, que es muy del tinto cardiosaludable? ¿Acaso alguien de Ciudadanos? No veo a los naranjitos con tanta capacidad de reacción, con tantos reflejos.

Andalucía sin cerveza es menos Andalucía. Somos un pueblo que admira la espuma de la mar y el sol embotellado. Parece claro que ni el presidente ni ninguno de sus consejeros quiso decirlo directamente, hubiera quedado poco decoroso proclamar que sí podíamos comprar vino y cerveza. Beban, beban alcohol de baja graduación. Pero que sea con tapita, por favor. Y con moderación.