Política

Confesiones de un pepero con vistas a San Telmo

  • El análisis de un miembro del PP a escasos día de la constitución del nuevo gobierno de Andalucía

El Palacio de San Telmo

El Palacio de San Telmo / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

El sol de enero apenas calienta esos veladores con vistas al río. Los rayos ofrecen una estampa tan bella como poco cálida. Es un sol de adorno, casi un trampantojo. En Sevilla son muy pocos los días en que se puede estar al sol con un buen abrigo, o con ese chaleco enguatado y sin mangas estilo Moreno Bonilla. Todo pepero que se precie se compra estos días un segundo chaleco de este tipo en las rebajas, pero ya de tonalidad clara. Los de Ciudadanos gastan chaquetas de solapa estrecha para imitar al líder Rivera.

El enguatado es al PP de esta década lo que la pana al PSOE de los años ochenta: el símbolo del poder. El pepero llega tarde, como de costumbre, se deja caer con desdén en el asiento con vistas a San Telmo, enciende un puro y suelta a modo de provocación: “¿Qué? ¿Ya le has visto por fin el culo al último camello?”. Está claro que se trata de alguien poco ortodoxo y con escasa afición por los matasuegras, las serpentinas y el Carta Nevada. Pide un cortado con leche fría casi sin mirar al camarero: “Sin azúcar”.

Se envuelve aposta en su propio humo. “Los peperos, como tú nos dices, también podemos confesarnos en este tiempo feliz que nos ha pillado por sorpresa a todos, ¿no? ¿O sólo hablan los socialistas? Mira, te reconozco que Juanma, al final, tenía razón. Y nadie le creía, quizás porque teníamos muy asumido el papel de resignados. Ni siquiera le creímos cuando nos mostraba alguna que otra encuesta interna que demostraba que podíamos sumar para formar un gobierno... Recuerdo una que me enseñó bajo la lluvia, una situación que me generaba cierta lastima. Acostumbrados al desierto, esto de controlar medio gobierno de la Junta, presidencia incluida, es como alcanzar la tierra prometida. Sí, Juanma ha tenido suerte, mucha suerte, pero hay que reconocerle que ha aguantado mucho, muchísimo. Hasta soportó que alguno de sus principalísimos colaboradores quisiera tirar la toalla. Y te aseguro que él lo comprendía, entendía que hubiera gente que quisiera abandonar el barco por pura desesperanza. ¡Este tío tiene más temple que Rajoy! Te lo digo yo”.

Mira a su alrededor para comprobar que nadie oye su relato. “No éramos optimistas ni siquiera los que vimos su llegada como un soplo de aire fresco en un partido con naftalina y caspa, sujeto a demasiados personalismos. Ahora tiene la ocasión de ser una especie de Feijóo en Andalucía si se lo propone, pero también si sortea los cocodrilos que van a aparecer: los frustrados, las zancadillas administrativas, la lentitud de la ingente maquinaria de la Administración… Los andaluces se levantaron de izquierdas y se acostaron de derechas el 2 de diciembre. De repente todo el mundo era liberal en la Junta o eso que se conoce como un cargo técnico. A algunos amigos míos, funcionarios declarados del PP, los han citado sus jefes en las escaleras de la Consejería para mostrarles adhesión. Va a ser todo un auténtico lío, sobre todo con un socio nada fiable como Ciudadanos, que no sabe dónde va a querer compensar a un filón de votantes que le ha salido en el centro izquierda, y que tiene una carencia mayor que nosotros, si cabe, de recursos humanos. Pero peor, siempre, era haberse quedado en la oposición otra vez y seguir en el desierto”.

Se ve que le tiene ganas a Ciudadanos y a Vox. Es de esos peperos que no disimula la quina contra estas dos formaciones, de los que se duelen cuando alguien de derechas ensalza a la formación de Santi Abascal. “Aquí lo más positivo es que Ciudadanos va a gestionar un presupuesto. Y eso es una buena noticia, porque ahí empiezan los desgastes de los partidos políticos. Ahora no podrán practicar su deporte favorito, que es ponerse de perfil en casi todos los temas. Sólo falta saber qué harán tras las elecciones de mayo, aunque si Pedro Sánchez sigue en la Moncloa es el mejor antídoto para que no pacten con el PSOE. ¿Vox? Yo le llamo el partido de los cuñados… Son como ese cuñado repelente que en la barra del bar dice que él lo soluciona todo en cinco minutos y lleva años reprochándote que el PP ha perdido los valores. Pero, claro, ahora llega la hora de la verdad y cuando hay que pagar la cuenta, relacionarse con los medios, perder dinero porque en la política de verdad ganas mil quinientos euros menos que en el bufete o en la empresa, declarar tus bienes en registros públicos, incluidas tus sociedades; interrumpir tu carrera profesional o ir a la velá de una hermandad el domingo por la tarde, entonces dice que no… Que ya si eso… Y eso es lo que vamos a ver. ¡Todo es muy fácil desde fuera! A ver a quién fichan... Van a tener un verdadero problema, porque al final casi todos serán ex candidatos del PP, incluso familiares de dirigentes de mi partido. Bueno, el propio Abascal fue recogido en Madrid por el PP, mientras otros siguieron o siguen en el País Vasco. Cuidado con los desechos de tienta de otros partidos”.

Está deseando que Ciudadanos y Vox pasen de moda. Añora el tiempo del bipartidismo. Se irrita con el subidón de elogios que Vox recibe en la Sevilla conservadora en la que se mueve: la oficina, el club, el gimnasio, la parroquia, la hermandad... “No hay que olvidar que el PP es un partido que aspira a gobernar, a transformar, no a limitarse a influir, por lo que tenemos que ensancharnos, tenemos que crecer. Para eso tenemos que gestionar un presupuesto, es la única forma de impulsar nuestros valores. Ellos, los de Vox, van primero con la ideología, pero claro, ahora toca la política de verdad. El oficio. Las comisiones parlamentarias eternas, las reuniones, intentar no dividirse en facciones o familias, cosa que ocurre hasta en las hermandades más pequeñas; la burocracia, los contrapesos, los intereses , las presiones… ¿Y qué me dices de las convicciones que se ven en peligro ante votaciones complejas? Es muy fácil mantener tus convicciones en una tertulia a la salida de la misa de las 12. ¡Y en inmigración van en contra de lo que dice el Papa Francisco! ¡Aquí hay que relacionarse con otros grupos! ¿Cuántas veces votará Vox junto con Podemos en esta legislatura? Te apuesto un café a que varias”.

No ve la hora de que los votantes de Vox regresen al PP, porque está convencido que se trata de una formación que crece a costa del descontento, no de un sentimiento de identidad. “Pero bueno, por mi que se queden los de Vox y que duren… Así siempre tendremos un aliado natural para pactar y, sobre todo, cuando me reprochen la cuestión del aborto ya puedo decirles que pregunten al fondo a la derecha… que allí los de Vox se lo solucionan seguro, en menos que canta un gallo… Yo estaba harto de ir a manifestaciones pro-vida y siempre me encontraba a los mismos. Y casi nunca a los que dicen ahora que son de Vox. En el fondo, los de Vox nos centran bastante en el mapa político”.

“En fin, el panorama es interesante, nuestros candidatos a alcaldes se podrán pasear con un presidente de la Junta de Andalucía , cosa insólita. Los alcaldes del PSOE no podrán presumir ante las burguesías locales, las que son de derechas y votaban al PSOE, de garantía de estabilidad o de poder influir en las inversiones públicas… Ahora la tierra más conservadora de España, que es Andalucía, conservadora por su inmovilismo, muchas veces acomodada institucionalmente y siempre falta de espíritu crítico, tiene la oportunidad de rehacerse, pero recuerda que el verdadero discurso de la libertad es basa en la asunción de responsabilidades, y no veo a esta sociedad muy dispuesta asumir responsabilidades más allá de poder recogerse en los brazos del Papá Estado. Yo pensaba que no iba a ver San Telmo teñido de azul nunca…Y lo veré, lo veré”.

San Telmo se divisa con nitidez desde la terraza. Las estatuas de la cubierta peinan el cielo de este enero gélido. A este lado del río va cayendo en la tarde. Hace frío. El camarero sirve por fin el agua pedida hacía ya tiempo. Frío, lo que se dice frío, tiene que estar haciendo ahora dentro del palacio... donde hasta los tonos negros de Vázquez Consuegra se ven con los días contados. O no, que diría Rajoy.

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