La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Nosotros, los rehenes

El Gobierno se ha puesto en huelga: no oficialmente pero sí a efectos prácticos de como utiliza la situación de "en funciones"

Primero fue un clásico de las huelgas: nos fastidiamos todos por un bien común; la fábula de David contra Goliat. Así hemos conseguido algunos de los derechos y avances sociales y laborales más determinantes de nuestra Historia. Luego llegaron los grupos elitistas y pervirtieron el proceso: no hay año en que no tengamos que soportar una huelga de pilotos y de controladores aéreos; un colectivo estratégico utiliza su posición de control "socializando el conflicto". Es decir, aprovechándose del perjuicio, cabreo e indignación que sus medidas generan en la ciudadanía.

Ahora damos un paso más. Es el propio Gobierno quien recurre al instrumento más perverso que puede utilizarse en una negociación: responder a un chantaje poniéndonos de escudo a la gente. ¿No son capaces de formar Gobierno y lo pagamos nosotros? Digo la gente, todos los españoles, incluidos los catalanes, mientras la mejora de la situación de los pensionistas, de los funcionarios y de los trabajadores más vulnerables siga dependiendo de los Presupuestos del Estado. Y de momento es así.

Pedro Sánchez ha decidido terminar el año de la forma más injusta posible: situando a millones de ciudadanos como moneda de chantaje ante ERC en su frustrado intento de ser presidente despejando la investidura en un inaudito tira y afloja en el que una parte no deja de exigir (con sus 13 escaños) y otra no deja de replegarse (con sus 120).

El Gobierno se ha puesto en huelga. No oficialmente, pero sí a efectos prácticos. Es la conclusión que obtenemos después de ocho meses desde la jornada electoral del 28 de abril en que se activó el modo "en funciones" y se ha ido utilizando a conveniencia con motivaciones más políticas y electoralistas que jurídicas, legales y de gestión. Andalucía no ha dejado de ser una diana preferente en todo este tiempo: en unos casos porque se trataba de dirimir el pulso entre susanistas y sanchistas; en otros porque había que determinar hasta qué punto María Jesús Montero pueda representar el futuro del PSOE andaluz -y corresponsable de la gestión en los últimos gobiernos socialistas- y, a nivel económico y territorial, porque siempre ha sido un recurso fácil enviar mensajes a Cataluña dando una patada al Sur.

Aunque el equipo de Juanma Moreno tampoco ha perdido la ocasión de rentabilizar la política de agravios, habría que reconocer que el mérito ha sido casi exclusivo de Madrid. En el último Consejo de Gobierno que se celebró este viernes en Córdoba, el presidente acusó al Ejecutivo de Sánchez de "deslealtad" y de querer que "Andalucía no levante cabeza". Palabras efectistas, por supuesto. Por ahí están los 4.000 millones de la deuda por la financiación autonómica que nunca llegan, ahí está el impago de más de 500 millones por el IVA y ahí está la prohibición de Hacienda para que la Junta no pueda salir a los mercados -no será "intervención" pero sí "limitación" y con consecuencias-.

Ahora la noticia ha sido una noticia en diferido: son compromisos electorales que no se cumplirán. El Ejecutivo "en funciones" ha decidido aplazar la subida de las pensiones prevista del 0,9%, el aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) -pendiente de acuerdo sectorial- y la revalorización de salarios de los funcionarios un 2% hasta que haya Gobierno. Entonces, si hay Gobierno y no vamos a unas terceras elecciones, se aplicará con efectos retroactivos para que quede bien claro en la foto quién se pone la medalla. Es decir, no es que no se suba, es que se hará cuando ERC quiera ceder. Y habrá perjudicados pero "provisionales" porque el anuncio es que se aplicará desde el 1 de enero como estaba previsto para que nadie pierda dinero. Bueno, sí perdemos la autonomía de decidir cómo disponemos de lo que nos corresponde. El Gobierno va a hacer con nuestro dinero como hacen los bancos con nuestras nóminas: nos lo despistan un par de días y mientras ellos operan… En este caso el objetivo es político y no financiero pero la dinámica no difiere demasiado y, sobre todo, no cambia la triste fotografía con que despediremos el año y saludaremos 2020: son los daños colaterales del bloqueo político; somos ¡nosotros, los rehenes!

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