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ópera

'Tristán e Isolda'

  • La más grande historia de amor

"Quien quiera por tanto escuchar una historia de amor, que aquí permanezca. Yo le contaré acerca de nobles amantes que fueron a mostrar un anhelo puro: un amante y una amante -una mujer y un hombre-, Tristán, Isolda -Isolda, Tristán”.  Así introducía, allá por las décadas iniciales del siglo XIII, Gottfried von Strassburg su inacabado poema sobre los más célebres amantes de la literatura medieval, un largo poema que tendría diversas resoluciones finales y que sirivió de fuente primigenia para la ópera de Richard Wagner. Sin duda, su interpretación es uno de los hitos de la temporada del Maestranza.

  

Era diciembre de 1854 cuando Wagner le escribía a Franz Liszt: “Dado que en mi vida no he disfrutadio de la verdadera felicidad del amor, quiero erigir al más bello de mis sueño un monumento en el que desencadenaré este amor de principio a fin. He esbozado en mi cabeza un Tristan und Isolde, un concepto musical de la máxima simplicidad, pero pura pasión. Con la bandera negra que golpea al final quisiera envolverme para morir”. Wagner escribía estas lúgubres palabras en medio de una profunda crisis existencial. Enfrascado en la escritura de El anillo (en aquel 1854 se encontraba ya componiendo La valquiria) pero sin entrever la posibilidad de su representación, sin trabajo, exiliado en Suiza y sumido en una irrecuperable crisis sentimental, Wagner vuelve su mirada hacia la mejor plasmacion literaria del amor absoluto más allá del tiempo y el espacio, más allá de las convenciones sociales y de las barreras políticas. Pero el detonante final para que Wagner decidiese interrumpir la saga de los nibelungos e iniciar una nueva ópera sobrevendría hacia finales de 1857. En realidad es un detonante doble: la relación sentimental iniciada con Mathilde Wesendonck (la mujer de un comerciante suizo que había ayudado a Wagner) y el descubrimiento de la filosofía de Schopenhauer. Wagner se identifica obviamente con el caballero que no puede evitar traicionar a un marido a quien tanto debe -como Tristán debía a su tío el rey Marke su posición caballeresca- para conseguir la consumación última del amor, aunque ello suponga la muerte. Y, por otra parte, la obra de Schopenhauer le incitaba a ello por su exaltación de la voluntad por encima de cualquier fuerza y de cualquier restricción social.

  

Fueron dos años de composición en los que Wagner vivió en plena fiebre y delirio de las efusiones amorosas y durante los cuales materializaría también su amor por Mathilde en un grupo de canciones sobre poemas de la amada y en los que se escuchan concomitancias sonoras y poéticas con la ópera. Pero tendría que esperar para su estreno hasta 1865, cuando un entregado Luis II de Baviera puso a su disposición el teatro de la corte. Wagner destila del poema medieval un argumento simple en su desarrollo, pero denso en su contenido poético como acuciante en su progresión anímica. Las audacias armónicas y su declarado cromatismo se afirman desde el primer acorde, el famoso Acorde de Tristán (Fa-Si-Re sostenido-Sol sostenido) que transmite un mensaje de dolor y de pasión insatisfecha y que no se resuelve hasta los compases finales con el inolvidable canto de amor y la muerte de Isolde.

Programa:

Drama musical en tres actos con texto y música de Richard Wagner l Dirección musical Pedro Halffter l Dirección de escena Pierluigi Pier’Alli l Solistas  Robert Dean Smith, Evelyn Herlitzius, Martin Gantner, Reinhard Hagen, Iris Vermilionl Producción del Teatro de la Ópera de Roma l Real Orquesta Sinfónica de Sevilla l   Coro de la A. A. Maestranza

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