Educación · Convivencia

El miedo que se esconde en el aula

  • Entre 4 y 5 alumnos por clase dicen haber sido acosados alguna vez durante su etapa escolar. La exclusión es una de las formas más recurrentes de maltrato entre iguales.

"Fisura de costilla, desprendimiento de hígado y múltiples hematomas". Es el parte médico de la niña de 8 años agredida en un colegio de Palma de Mallorca la semana pasada. La familia mantiene que la pequeña sufría acoso, es decir, maltrato reiterado. La Fiscalía asegura que se ha magnificado el caso. Sea como fuere, el suceso ha vuelto a reavivar el eterno tema del bullying en la escuela y las cifras hablan de que en un 10% de los casos de acoso aparece la violencia física severa. Contusiones derivadas de palizas, patadas o golpes entre sus iguales son la punta del iceberg. Mucho más hay debajo, el maltrato que no deja huella física, los empujones, el pisotón, el tortazo y, sobre todo, el daño psicológico.

Marta Jurado es la directora en Málaga de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (Aepae). "El Informe Cisneros habla de una incidencia en Andalucía de un 27% y en España de un 23%, esto supone que sean 4 ó 5 niños en cada clase los que hayan sufrido alguna vez acoso durante su escolarización", dice Jurado. Y la exclusión, hacer el vacío a un compañero, cobra especial relevancia entre los casos de acoso. "La exclusión suele tener largo recorrido, no deja secuelas físicas, no se ve y los adultos solemos justificarla, decimos que es un niño raro y que por eso está solo sin ir más allá, sin ver que quizás no juegue con los demás porque ha sido rechazado en incontables ocasiones", comenta Marta Jurado, educadora social y experta en mediación escolar. "Hay niños que tienen unas habilidades sociales más limitadas, un interior más profundo, un aspecto físico o una actitud diferente y eso no es motivo de exclusión", agrega.

Desde esta asociación nacional consideran que el bullying comienza en los primeros cursos de Primaria, con 6 ó 7 años. "Basta con que la líder de un grupo de niñas diga que con una de ellas no se juega para que el resto le den de lado sin ni siquiera saber por qué", explica Jurado y subraya que "son en estos cursos en los que más acoso hay, sobre todo, por exclusión e insultos". Aunque en el ámbito docente, según considera la educadora social, no se le vea la gravedad por la corta edad de los niños y "lo dejan pasar". En cuanto a la mayor gravedad de los casos se dan en 5º y 6º de Primaria y en 1º y 2º de Bachillerato. En estos últimos niveles se acentúa porque "ahí es cuándo empiezan con el ciberacoso".

A partir de quinto curso, en torno a la mitad de los alumnos de una clase suelen tener teléfono móvil. Esto supone que se hacen grupos de whatsapp y se acentúa la posible discriminación hacia ciertos compañeros. "La diferencia principal es que el acoso escolar acaba el viernes y empieza el lunes y el ciberbullying no descansa el fin de semana", estima la experta en mediación escolar. Este maltrato se gesta en el aula aunque se ejecuta en un entorno más privado, principalmente en casa. De ahí que los docentes pidan un mayor control parental en las redes sociales de sus hijos.

Virginia Rodríguez, coordinadora provincial de la Asociación de Directores de Institutos de Andalucía (Adian), considera que "es muy importante que los padres sepan las reglas del juego, las edades de acceso, cómo hacer un buen uso de whatsapp, de Instagram, muchas veces por desconocimiento o despiste no se hace el control debido y es muy importante que haya una formación de las familias", considera e incide en que "las redes sociales mal utilizadas hacen mucho daño".

"El whatsapp es un patio de vecinos y los chicos son observadores silenciosos que, a veces, no tienen mucha conciencia de hasta qué punto es peligroso dejar por escrito ciertas frases o imágenes que quedan para siempre", estima Virginia Rodríguez. No se trata de "demonizar" las nuevas tecnologías, apunta, pero sí de un uso responsable de ellas. Y subraya que "un tanto por ciento alto de los protocolos por acoso escolar que se abren en los centros tienen su origen o incidencia en el mal uso de las redes sociales".

La Consejería de Educación establece un completo protocolo de actuación que los centros escolares tienen que abrir cuando detectan una incidencia de este tipo. El informe del tutor del alumno denunciante, la información a los padres, la comunicación a la inspección educativa, una reunión con el departamento de orientación y también se le comunica a la comisión de convivencia del centro, entidad que forma parte del consejo escolar. "El último paso posible es la actuación del Gabinete de Convivencia de las Delegaciones Territoriales, una vez que se les solicita intervienen, a petición de los centros, de las familias o de la inspección", explica la coordinadora provincial de Adian.

Aunque no siempre las familias ni los menores que denuncian acoso por parte de sus compañeros tienen el respaldo del centro. "Recibimos una decena de consultas al mes, la mayoría son de padres desesperados porque pegan, insultan o excluyen a sus hijos, y la nota común en todas las llamadas es que el colegio no hace nada, se lava las manos, dicen que los whatsapps se escriben fuera del horario de clase y no toman medidas aunque el problema se origina en el colegio", asegura Marta Jurado. Desde la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar consideran que "no se trabaja con la comunidad educativa, más bien se ponen parches, una sanción, una expulsión de días", agrega Jurado y estima que son medidas insuficientes para acabar con un problema que puede derivar en una sintomatología física.

Dolores de barriga y de cabeza, alteración del sueño, irritabilidad y malestar son algunos síntomas que pueden iniciar la alerta. Más aún si se sufren durante los días de colegio y cesan, como por arte de magia, los sábados y domingos. "Los manuales hablan de seis meses de conductas reiteradas contra ese niño para ser considerado acoso, pero desde nuestra entidad creemos que no hace falta esperar tanto, que ya es acoso cuando un escolar va con miedo a clase de forma sistemática durante un mes", indica Marta Jurado.

Los últimos datos que maneja el Gobierno central sobre el acoso son de 2010 y proceden de un informe del Ministerio de Educación sobre convivencia escolar, en el que señala que este problema afecta al 4% de los alumnos españoles. La Fundación ANAR, por su parte, alerta en un estudio reciente de que las llamadas por casos de bullying a su teléfono de ayuda a niños y adolescentes aumentaron un 75% en 2015 respecto al año anterior. El año pasado, atendió 25.000 llamadas relacionadas con este problema.

Este informe constata que siete de cada diez víctimas sufren acoso a diario y el 40% desde hace mas de un año. Desde 2009, las llamadas a este recurso de ANAR -atendido por 200 psicólogos las 24 horas del día, los 365 días del año- se han cuadruplicado, pasando de 154 en ese año a 573 en 2015. También sostiene que el 46% de los casos de acoso gestionados lo sufrieron chicos y chicas de entre 11 y 13 años, pero los autores del trabajo llaman la atención sobre el inicio de este problema que se da ya en niños a partir de los siete años.

El subdelegado del Gobierno en Málaga, Miguel Briones, presidió el pasado viernes la reunión de coordinación del Plan Director 2016/2017, donde se abogó por reforzar el trabajo realizado por los cuerpos policiales en el asesoramiento a los docentes para prevenir casos de acoso o ciberacoso. Se subrayó la importancia de la comunicación entre administraciones y cuerpos policiales "para atajar y prevenir este tipo de situaciones en los centros educativos", dijo Briones, y manifestó su voluntad de contribuir a la generación de canales "más directos y fluidos" entre todas las instituciones, personas y colectivos implicados. Dentro de este Plan Director, el curso pasado se dieron 1.040 charlas a alumnos, entre las impartidas por la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía; además hubo 493 encuentros con docentes y 179 con asociaciones de padres y madres.

Sin obviar que los conflictos nacen en cualquier grupo humano y que hay cientos de peleas y paces a diario entre los más de 350.000 alumnos que habitan las aulas malagueñas, la zancadilla perpetua, la mofa, la invisibilidad a la que se somete a algunos, el rechazo constante la diferencia pueden dejar una huella profunda en las víctimas. "Los niños que padecen acoso lo pasan bastante mal y, o en casa hay mucha comprensión, o pueden acabar con su autoestima bastante tocada", dice Jurado. Y en esto, como en casi todo, la educación es la clave para mejorar la convivencia en los centros.

Adultos: el buen o mal espejo en el que reflejarse

Los adultos siempre van a ser ejemplo para los niños y "no podemos ser nosotros el germen de la exclusión", considera la directora en Málaga de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (Aepae). "No hay que ser soberbio, ni excesivamente autoritarios, hay que ser respetuosos con ellos para que cuando estén con sus iguales también lo sean, pero esa imagen que damos padres y profesores suele ser un factor bastante descuidado", agrega Marta Jurado. Los padres, añade, "tenemos que saber preguntar a nuestros hijos, para evitar las contestaciones con monosílabos e intentar sacar la máxima información". En cuanto a los profesores, desde la entidad subrayan que "observando un poco en los recreos ven perfectamente el niño que está solo, o quiénes nunca participan en los corrillos de clase. Hay que cambiar el concepto de que el niño es un solitario y empezar a pensar por qué está solo".

Casi la mitad de los alumnos con autismo sufre acoso escolar

Casi la mitad de los alumnos con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) sufre acoso escolar, una proporción cuatro veces mayor que en la población general; un 46,3% frente al 10,6% de la población sin este trastorno o sin discapacidad, según cifras ofrecidas por la confederación Autismo España. "No obstante, dada las dificultades de muchos menores con autismo para expresar y transmitir lo que les sucede en clase es incluso posible que ese alto porcentaje sea en la realidad aún mayor", dicen desde la entidad. Los alumnos con TEA son "perfectas víctimas" debido a diferentes cuestiones que les hacen especialmente vulnerables y susceptibles de sufrir acoso, aislamiento y exclusión en el ámbito escolar. Las propias características que definen a este trastorno hacen que presenten dificultades en el ámbito de la comunicación social y en el manejo de las relaciones interpersonales. En muchas ocasiones no identifican los comportamientos de acoso como indicadores de agresión o burla, sino como señales de aproximación social por parte de sus iguales. Asimismo, denuncian desde la confederación Autismo España, "con frecuencia el contexto escolar no toma en consideración las dificultades específicas que este alumnado experimenta en el manejo del contexto social y en las demandas que éste presenta, y no proporciona apoyos ni adaptaciones para hacer que éste sea más accesible y facilite su inclusión social".

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