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"La tonalidad no tiene por qué ser abolida, puede ser trascendida"

  • La pianista Marisa Blanes y el actor Manuel Galiana estrenan seis melólogos de compositores actuales con textos de Santa Teresa de Jesús.

melólogos en honor de santa teresa. Marisa Blanes, piano; Manuel Galiana, recitador. Iberia Classical (Sémele)

Las actividades en torno al V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, que culminan el próximo jueves día 15, fecha dedicada en el santoral a esta abulense universal, han tenido el característico perfil institucional que conocen las grandes efemérides culturales en España desde hace lustros, pero eso no ha limitado las aportaciones privadas. La Dirección General de Política e Industrias Culturales y del Libro del Ministerio de Cultura organizó un ciclo de conciertos en torno a la figura de la santa en el que se presentó el pasado mes de junio el proyecto que recoge este disco del sello granadino Iberia. En él la pianista Marisa Blanes y el actor Manuel Galiana han registrado seis obras de compositores actuales escritas a partir de textos de Santa Teresa. Lo original de la propuesta es el recurso al género del melólogo, un derivado del melodrama en el que los textos son recitados y no cantados. Para Marisa Blanes era la forma ideal "de incluir en el proyecto a Manuel Galiana, un amigo de muchos años. Manolo no es sólo un gran actor, sino alguien que disfruta mucho recitando poesía. Con él había estrenado ya otras obras".

-¿Y cómo surge la idea de dedicar estos melólogos a Santa Teresa?

-Fue la idea de un grupo de compositores españoles a la que se sumó la empresa Enlaces Sonoros, que es la empresa que tengo con mi marido, Luciano González Sarmiento. Tomás Marco, Carlos Cruz de Castro y José Luis Turina son amigos nuestros desde hace mucho, y entre todos fuimos dándole vueltas, desarrollando este proyecto que se convirtió cada vez en más excitante. A los tres añadimos el nombre de Francisco Novel Sámano, un compositor cántabro de una generación más reciente, y, tratando de ampliar el alcance a Sudamérica, incorporamos también al venezolano Alfredo Rugeles, que es muy amigo de Tomás, y al mexicano Eduardo Soto Millán.

-El trabajo se presentó en junio en Alba de Tormes, ¿cómo fue la experiencia?

-Muy emocionante. En el pueblo dedican todos los años un maratón de 48 horas al recitado de textos de Santa Teresa, así que la mayoría de los espectadores se los conocían perfectamente. Fue muy bonito. Ahora estamos haciendo una gira por otras ciudades.

-¿Cuándo surge la posibilidad de llevar este trabajo al disco y por qué en el sello Iberia?

-Desde el principio pensamos que era importante poder dejar testimonio de este proyecto, pero lo cierto es que encontrarnos con Iberia fue una casualidad y una suerte de la vida. Andábamos buscando un productor y una casa discográfica para publicar mi trabajo sobre Shostakóvich cuando conocimos a Paco Moya, el productor de Iberia. Él conocía mucho a mi marido, porque Luciano fue pianista fundador del Trío Mompou, y todo fue fenomenal desde el principio, casi un flechazo.

-Una de las notas características de este trabajo es la variedad de las propuestas musicales. ¿Me las comenta? Eduardo Soto Millán (Ciudad de México, 1956) ha usado uno de los poemas más célebres de la mística española, Vivo sin vivir en mí.

-Es una obra que se basa en la aleatoriedad. Eduardo Soto ha escrito trece motivos de dos compases y soy yo la que decide en el momento de la interpretación lo que hacer con ellos.

-Francisco Novel Sámano (Torrelavega, 1969) parte de un fragmento del capítulo 32 de El libro de la vida.

-Se trata de una muy singular evocación del infierno, que se apoya en muchos efectos sonoros y que en un momento determinado usa incluso citas de Tomás Luis de Victoria.

-Alfredo Rugeles (Washington D.C., 1949) utiliza los Ayes del destierro.

-Ha escrito una obra que me cuesta definir, porque emplea una gran variedad de recursos. Es de una gran complejidad, muy difícil técnicamente y en la que todo está medido al milímetro.

-Tomás Marco (Madrid, 1942). El Padrenuestro de Camino de perfección.

-Tomás tiene una gran experiencia como autor dramático y su música es muy teatral. Nos da gran libertad tanto al recitador como a mí. Es una partitura con un sentido muy ad libitum.

-José Luis Turina (Madrid, 1952). Nada te turbe, otro de los poemas celebérrimos de la homenajeada.

-Como Rugeles, José Luis escribe una partitura en la que la coordinación con el recitador ha de ser absolutamente precisa para que realmente funcione y se produzca esa especie de sublimación final de la música.

-Carlos Cruz de Castro (Madrid, 1941). Las moradas del castillo interior.

-Muy en el estilo de Carlos, con sus anillos, repeticiones, más anillos, algunos rasgos de escritura minimalista...

-¿Por qué la música contemporánea para homenajear a una mística del siglo XVI?

-La música contemporánea es tan emocionante como pueda serlo la clásica, tiene los mismos parámetros de originalidad y expresividad. Es cierto que lo habitual en estos casos es hacer música de la época de los homenajeados, pero ofrecer la visión que los compositores de hoy tienen de un gran clásico me parece igualmente una tarea inexcusable.

-A su modo de ver, ¿en qué momento se encuentra la composición española?

-En un momento estupendo. Tenemos una generación de compositores jóvenes magníficos, extraordinariamente preparados. En el mundo de la composición española hubo un bache después de la Guerra Civil, pero por suerte esa es una etapa superada. Hoy tenemos muchos músicos haciendo cosas muy diversas. Uno de los aspectos que contemplo con más interés es el de una especie de vuelta a la tonalidad. Yo lo veo muy bien. La tonalidad no tiene por qué ser abolida, puede ser trascendida. La experimentación es importante, pero para ir hacia adelante no hace falta liquidar todo lo que hay detrás. La vuelta de la tonalidad es como una vuelta a casa.

-Iberia publicará también en breve su grabación de una obra fundamental del siglo XX, los 24 Preludios y fugas de Dmitri Shostakóvich. ¿Qué significa este trabajo para usted?

-Me enamoré de esta obra cuando se la escuché a Tatiana Nikolaieva en Colonia, donde yo estaba estudiando. Ella fue a dar un máster, la tocó entera y me impresionó absolutamente. Es una obra de una gran variedad interna, con mucha modalidad, con esas melodías típicas de Shostakóvich, que parece que vienen los cosacos… Y me di cuenta de que no se toca demasiado. Fueron cuatro o cinco años de estudio muy intenso hasta que la grabé hace tres. Paco ha hecho un trabajo de remasterización extraordinario y saldrá muy pronto. He hecho el ciclo completo como 7 u 8 veces y ahora volveré a él. Es maravilloso. Volver a Shostakóvich es para mí como volver a encontrarme con alguien de mi familia.

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