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Mercado de trabajo

¿Será ésta la última reforma laboral?

José I. García Pérez

Profesor de Análisis Económico de la Universidad Pablo de Olavide

Las medidas introducidas por el Gobierno en febrero de 2012 para la reforma del mercado laboral no parecen estar dando grandes resultados. A pesar de las importantes novedades dirigidas a luchar contra la extrema dualidad que caracteriza nuestro mercado de trabajo, la contratación temporal sigue siendo la regla y la contratación indefinida la excepción. Lo mismo ocurre con el nuevo contrato indefinido para empresas de menos de 50 trabajadores: el contrato por tiempo indefinido de apoyo a los emprendedores. Según el Ministerio de Empleo, en España se han firmado en el año 2012 77.260 contratos de este tipo. Esto quiere decir que del total de contratos indefinidos (no conversiones) que han firmado las empresas de menos de 50 trabajadores en este periodo (casi 500.000), solo un 16% han sido contratos de emprendedores. Por tanto, parece que las empresas no están haciendo un uso intensivo de ésta que era, según el Gobierno, la medida estrella de cara a luchar contra la dualidad en nuestro mercado de trabajo.

En el gráfico adjunto se muestra la evolución del porcentaje de contratos  indefinidos que han firmado las empresas de menos de 50 trabajadores en los últimos siete años. Como se puede observar, parece que en 2012 se ha detenido la tendencia decreciente que se venía observando desde el inicio de la crisis, lo cual puede estar mostrando un cierto efecto positivo de la reforma. Pero en cualquier caso, parece claro que estas empresas todavía no ven nada claro que este con

trato sea el instrumento definitivo para cambiar sus estrategias de contratación, que siguen estando claramente sesgadas hacia la contratación temporal.

¿Por qué no funciona este tipo de contrato? A pesar de sus a priori atractivas características (periodo de prueba de un año, importantes deducciones fiscales para empresas sin trabajadores o que contraten a desempleados con prestaciones, sumadas a las bonificaciones en las cuotas a la Seguridad Social de hasta 4.500 euros si se mantiene el empleo durante tres años), las empresas siguen prefiriendo firmar mayoritariamente contratos temporales y, si se decantan por el empleo indefinido, usan el contrato indefinido "de toda la vida". Seguramente la actual situación económica, las enormes dudas existentes sobre la legalidad del largo periodo de prueba del contrato y la falta de clarificación sobre la operativa para acogerse a las deducciones fiscales en el caso de empresas que no paguen el impuesto de sociedades están detrás de este comportamiento. Tampoco ayuda en este sentido el régimen definido en la reforma para las bonificaciones: ¿Qué ocurre si la empresa tiene que despedir al trabajador antes de dejar de recibir dichas bonificaciones? Con la redacción actual, si el despido es declarado improcedente, la empresa debería devolver íntegras las bonificaciones recibidas.

Por otra parte, y a pesar de la sensación general estos días, tampoco parece que la reforma esté teniendo muchos efectos sobre el tipo de despido que se está aplicando en las rescisiones de contratos indefinidos firmados desde febrero de 2012. En el siguiente gráfico se observa que aunque parece haber aumentado algo el porcentaje de perceptores de prestaciones por desempleo cuyo origen es el despido por causas objetivas y por tanto el número de desempleados potencialmente despedidos con una indemnización por despido más baja, no hay un gran cambio estructural tampoco en esta serie.

No obstante, hay que tomar un poco más de perspectiva para evaluar los posibles efectos que la reforma laboral vaya a tener sobre el equilibrio de nuestro mercado de trabajo a medio y largo plazo y no hacer comparaciones sesgadas entre lo que ocurre en 2012, año de recesión, y lo que ocurría en 2011, cuando el PIB creció unas décimas. Hasta que no contemos con suficiente información no podremos llevar a cabo una evaluación causal de cómo la reforma puede haber afectado a las decisiones de contratación y despido de las empresas y, por tanto, de cómo esta reforma puede estar incidiendo sobre nuestra tasa de desempleo estructural. Así, por ejemplo, investigaciones recientes indican que el efecto a medio plazo de la reforma podría ser una reducción del nivel de desempleo de equilibrio de en torno a un 20%, básicamente como resultado de que en el nuevo equilibrio la tasa de destrucción de empleo podría caer un 29%, si se termina contratando en una mayor proporción de manera indefinida.

Sin embargo, esta reforma (al igual que la aprobada por el anterior Gobierno en el año 2010) ignora que existe una manera más barata y eficiente de reducir la dualidad en el mercado de trabajo y que consiste en eliminar la posibilidad de elegir al inicio de la relación laboral entre contratación temporal o indefinida, es decir, consistiría en implantar un contrato común para todas las nuevas contrataciones que, partiendo de un nivel de indemnización por despido parecido al que tendrán los contratos temporales (12 días de indemnización a partir de enero de 2015), llegue a una indemnización por despido procedente o  improcedente similar a la que actualmente tienen los contratos indefinidos (20 y 33 días, respectivamente).  Un Contrato de Igualdad de Oportunidades como éste conseguiría, según nuestras simulaciones, reducir la tasa de desempleo en casi un 30%. Asimismo, la tasa de destrucción de empleo caería un 42%, pero lo que es más importante: la distribución de la antigüedad en la empresa entre los nuevos trabajadores sería mucho más equilibrada que la observada actualmente. Si éste fuera el único tipo de contrato para los individuos actualmente en desempleo, un 21% más de trabajadores terminaría teniendo una antigüedad de más de 3 años en la empresa y casi un tercio menos de trabajadores tendrían una antigüedad inferior a 12 meses. Este cambio en la composición de la plantilla en las empresas haría seguramente que las decisiones de inversión en capital humano se adelantasen, con lo que se conseguirían efectos positivos sobre la productividad de la economía.

Si el Gobierno sigue sin coger el toro por los cuernos, y no elimina de una vez los contratos temporales, una vez que la economía se recupere, vamos a repetir el mismo error de los últimos 30 años: volveremos a crear multitud de empleos temporales que condenarán a las personas actualmente desempleadas al mismo ciclo perverso de desempleo y temporalidad. Por todas estas razones, si queremos de una vez empezar a cambiar de verdad nuestro modelo productivo,  las diferencias en la contratación deben desaparecer.

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