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Brown intenta evitar su humillación con un Gobierno sólo de sus fieles

  • El primer ministro descarta dimitir pese a la renuncia de otros dos ministros y los malos resultados electorales · Los ministros más populares permanecen en sus cargos pese a la sensación de caos

El primer ministro británico, Gordon Brown, muy debilitado en los últimos días por la dimisión de varios de sus ministros, se niega a renunciar e intentó cerrar el camino a los rebeldes con un reajuste de su Gobierno que con el que aspira a conseguir un respiro político. Antes de conocerse los desastrosos resultados de los comicios locales celebrados ayer en Inglaterra, Brown se apresuró a cubrir los puestos dejados por los dimisionarios que intentaron, de momento sin éxito, desbancar al líder laborista.

Desde la madrugada, el primer ministro empezó la dura tarea de reconstruir un Gobierno desgastado por el escándalo de los excesivos gastos de los diputados, la crisis económica y la actitud dubitativa a la hora de tomar decisiones importantes.

Brown empezó la jornada premiando a los que le fueron fieles, como el titular de Economía, Alistair Darling, que conservó su cargo a pesar de las conjeturas de que sería cambiado de ministerio, y Jack Straw, que se quedará en Justicia. El puesto más importante por cubrir fue el de Interior, que dejó Smith y que ha recaído en Alan Johnson, hasta ahora ministro de Sanidad y que parecía tener más posibilidades de sustituir a Brown si éste era forzado a dejar el liderazgo laborista.

También se han quedado en sus cargos los ministros de Empresas y de Asuntos Exteriores, Peter Mandelson y David Miliband, respectivamente, que concedieron varias entrevistas en las que dieron su total respaldo al liderazgo de Brown.

Mientras confirmaba a sus ministros, el jefe del Gobierno recibió, no obstante, otros golpes inesperados, con las dimisiones del titular de Defensa, John Hutton, el cuarto peso pesado laborista que lo hacía, después de Jacqui Smith (Interior), Hazel Blears (Comunidad y Gobierno Local) y James Purnell (Trabajo y Pensiones). Poco después, el ministro de Transportes, Geoff Hoon, presentaba la dimisión y se convertía en la quinta baja.

Pero a diferencia de Purnell, que renunciaba en el momento en que cerraban los colegios electorales y pedía la dimisión del primer ministro, la partida de Hutton y de Hoon obedecen a razones personales y no porque cuestionen el liderazgo de Brown.

"Estoy totalmente comprometido en apoyar a Gordon como primer ministro y hacer todo lo que pueda para que un Gobierno laborista sea elegido en las próximas elecciones", dijo Hutton.

La restructuración del gabinete muestra sobre todo la debilidad de liderazgo de Gordon Brown. En lugar de a la ofensiva, el desafortunado premier parece una vez más a la defensiva. Pese a que ministros de alto rango como el de Exteriores, David Miliband, o el de Economía, Peter Mandelson, le respalden.

En vez de un jefe de Gobierno ejecutivo y activo, Brown parece un primer ministro desesperado que se aferra por todos los medios a su puesto en Downing Street, por el que esperó diez años.

Además, volvieron a abrirse las grietas entre los seguidores de Brown y los del ex premier Tony Blair: tanto Purnell como Hutton pertenecen al campo de Blair. Los medios británicos señalaron al premier como "medio muerto".

En el Reino Unido ya no se piensa más en gobernar desde que el escándalo de las dietas y abusos cometidos en sus cuentas por diputados británicos a comienzos de mayo desencadenara la crisis de gobierno.

La reestructuración del gabinete parece más bien una ocupación apresurada de los puestos que quedaron vacíos en lugar de un plan concebido con reflexión. Pese a que Brown logró que el hasta ahora ministro de Sanidad, Alan Johnson, ocupe el cargo de ministro del Interior, el de Finanzas, Alistair Darlin, logró imponer su propia voluntad y contuará siendo canciller del Tesoro. Para Brown supone un varapalo, pues quería que Darling ocupara otro cargo. Para muchos analistas, sólo nuevas elecciones lo antes posibles podrían solucionar el caos reinante.

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