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Bruselas niega que la negociación del 'Brexit' se haya roto pero exige claridad

  • El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, critica el juego de acusaciones de Boris Johnson

  • La Comisión recuerda el compromiso de Londres de "actuar de manera constructiva"

El primer ministro británico, Boris Johnson, recibe al presidente de la Eurocámara, David Sassoli, en Downing Street, ayer en Londres.

El primer ministro británico, Boris Johnson, recibe al presidente de la Eurocámara, David Sassoli, en Downing Street, ayer en Londres. / NEIL HALL / efe

La Comisión Europea (CE) negó ayer que las negociaciones sobre la salida del Reino Unido de la UE entre Londres y Bruselas se hayan roto, tras las informaciones del Gobierno británico de que estaban a punto de quebrarse.

Sin embargo, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, criticó al primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, por su "estúpido" juego de acusaciones y le pidió claridad.

Lo que está en juego no es ganar un estúpido juego de echar culpas. Está en juego el futuro"

"Las conversaciones continúan, así que no veo cómo podrían haberse roto si están teniendo lugar hoy mismo y seguirán en los próximos días", dijo la portavoz del Ejecutivo comunitario, Mina Andreeva, durante la rueda de prensa diaria.

La portavoz se pronunció en ese sentido después de que fuentes gubernamentales británicas indicaran a la BBC que el Ejecutivo del Reino Unido se prepara para una ruptura esta misma semana de las conversaciones con la UE sobre el Brexit.

Según esas fuentes, el bloque europeo no ha mostrado interés en "ceder un centímetro" en el diálogo sobre la retirada británica de la UE desde que el primer ministro entregó la semana pasada a Bruselas sus nuevas propuestas para alcanzar un pacto.

Johnson insiste en que quiere que la retirada se produzca con un acuerdo, pero asegura que el Brexit tendrá lugar el 31 de octubre, ya sea ordenado o a las bravas.

El primer ministro había afirmado que preferiría "morir en una zanja" antes que pedir una prórroga hasta finales de enero, aunque una ley impulsada por la oposición obliga al Gobierno a solicitar una extensión si para el 19 de octubre no está listo un acuerdo de retirada.

La portavoz de la Comisión afirmó ayer que la UE sigue trabajando bajo la premisa de que el Reino Unido saldrá del club comunitario el 31 de octubre.

Bruselas rechazó, además, que quiera "torpedear el acuerdo del Viernes Santo" (el convenio de paz para Irlanda del Norte alcanzado el 10 de abril de 1998) con su negativa a aceptar las propuestas de Johnson, tal y como aseguraban ayer fuentes oficiales del 10 de Downing Street. "Bajo ninguna circunstancia aceptaremos (la idea de) que la UE trata de dañar el Acuerdo del Viernes Santo. El propósito de nuestro trabajo es protegerlo en todas sus dimensiones y en todo momento", dijo Andreeva.

La portavoz también destacó la importancia de que el Reino Unido no obstaculice el buen funcionamiento de la UE mientras siga formando parte del club comunitario, tras ser preguntada por la posibilidad de que Londres intente socavarlo si se retrasa el Brexit.

Así, recordó que el Reino Unido se ha comprometido a "actuar de una manera constructiva y responsable durante la extensión" de la negociación.

Menos conciliador fue Tusk, quien criticó la gestión del Brexit de Johnson, a quien preguntó qué rumbo desea tomar en la gestión de la salida británica e instó a dejarse de "jugar a echar culpas".

"Lo que está en juego no es ganar un estúpido juego de echar culpas. En juego está el futuro de Europa y del Reino Unido, así como la seguridad y los intereses de nuestra gente. No quieres un acuerdo, no quieres una extensión (de las negociaciones), no quieres revocarlo, ¿quo vadis?", dijo Tusk en Twitter.

En ese contexto, el negociador de la UE para el Brexit, Michel Barnier, acudirá hoy a la reunión semanal de los comisarios europeos para informar sobre el estado de las conversaciones.

Londres entregó a Bruselas la pasada semana su nueva propuesta, basada en limitar ciertos aspectos de la salvaguarda, diseñada para evitar una frontera en Irlanda del Norte tras la salida británica. En él se propone que la provincia abandone el mercado único europeo, aunque su regulación sobre comercio y mercancías continuaría alineada con la UE y, por tanto, con la República de Irlanda.

Bruselas aseguró que ese nuevo plan no es aceptable porque no cumple las exigencias europeas sobre Irlanda.

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