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"Deberíamos agotar todos los límites de la diplomacia con Irán"

  • El mandatario brasileño asegura que su país "lo tiene todo para convertirse en una gran potencia" mientras demanda de grupos como el G-20 más acciones concretas y urgentes, no sólo discursos

El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, ve a su país como un actor global en la arena diplomática, aboga por un G-20 capaz de adoptar medidas concretas, sugiere una nueva política mundial hacia Irán y exige que los países ricos asuman su responsabilidad ambiental, en entrevista con la agencia AFP.

"No sé si estaré vivo para verlo, pero Brasil tiene que lograr, en el siglo XXI, convertirse en una gran potencia. Tenemos todo lo que se precisa, no hablamos de un paisito cualquiera", dijo en su residencia oficial, el Palacio da Alvorada.

Con una de las mayores economías emergentes del mundo, miembro del G-20, actor clave de negociaciones en el ámbito de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y candidato a una plaza en el Consejo de Seguridad de la ONU, Brasil es además dueño de gigantescas reservas de petróleo que fortalecen su perfil global.

En este escenario, Lula se prepara para participar de la Cumbre del G-20 en Pittsburgh (EEUU) a finales de septiembre, de la cual demanda acciones concretas y urgentes, y no sólo discursos. "No podemos hacer más reuniones y no tomar medidas. Pusimos (por Brasil) 10.000 millones de dólares en el FMI, y ahora queremos saber si los otros países también lo hicieron, si estamos prestando dinero a países pobres y qué efectos tuvieron las medidas que adoptamos", dijo.

Para Lula, en este momento en que la crisis financiera global parece en camino de ser superada, las conversaciones de inicios de año sobre los grandes cambios estructurales en el sistema financiero mundial no pueden ser olvidadas.

"Temo que la crisis se acabe y todos se conformen con el status quo, que todo quede como está. ¡No! Las cosas no se pueden quedar como están", enfatizó, asegurando que la reunión de Pittsburgh debería servir para "hacer un mapa más concreto, un balance de la situación de cada país".

Con esta disposición para sumarse a las principales discusiones mundiales, Lula se distanció de la postura de las potencias occidentales de pedir sanciones a Irán por su programa nuclear, y abogó por la continuidad de las negociaciones. "Deberíamos agotar todos los límites de la diplomacia", dijo, agregando que, en ese sentido, Brasil puede desempeñar un papel importante para tratar de persuadir a la dirigencia iraní de que mantenga activos los canales de negociación.

Lula seguramente recibirá en las próximas semanas al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, y ve en esa gira una oportunidad para "convencerlos políticamente". "Lo que no se puede hacer es seguir arrinconándolos contra la pared", expresó. Irán tiene derecho a "tener su propia política nuclear, como Brasil también la tiene".

Esta política de independencia en todos los planos quedó en evidencia durante las negociaciones que Brasil inició en los últimos años para renovar su flota de aviones de combate y ampliar su control de aguas territoriales con la compra de submarinos a Francia.

Con reservas petroleras estimadas en hasta 50.000 millones de barriles en el fondo de su plataforma continental, Brasil considera esos submarinos, así como nuevos helicópteros y aviones, una fuerza de disuasión necesaria. Estas compras le permitirán además promover el desarrollo de su industria pesada bregando por la transferencia de la tecnología adquirida.

Por otro lado, Lula aseguró que Brasil no huirá de la responsabilidad de debatir metas para la reducción de sus emisiones de gases con efecto invernadero en la cumbre del Clima de Copenhague en diciembre. "Tenemos la obligación moral de disminuir la deforestación en la Amazonía", dijo.

"Brasil está dispuesto a discutir metas y compromisos; no huiremos de la responsabilidad de discutir metas" de reducción de emisiones en la conferencia mundial sobre el clima convocada por la ONU en Dinamarca para cerrar un compromiso global para la lucha contra el cambio climático, afirmó.

Brasil es uno de los actores clave en ese debate, ya que se le considera el cuarto mayor emisor de gases con efecto invernadero del mundo, principalmente debido a la deforestación de la Amazonia, la mayor selva tropical del planeta que, cuando es devastada, reduce la fijación de CO2, que vuelve a la atmósfera.

Hasta la fecha, el país suramericano no quiso asumir metas de reducción de emisiones en un nuevo acuerdo internacional sobre el clima bajo la premisa de que el acuerdo vigente de Kioto comprometía sólo a los países industrializados. Ahora Brasil supedita metas a un compromiso de los países ricos.

"Queremos que cada país asuma responsabilidad por los daños que causa al planeta" y "si no se da ese compromiso entre las metas de preservación de nuestros bosques (en los países en desarrollo) y la disminución (de emisión de gases) de los países ricos, será una discusión falsa en la que solamente los pobres pagarán", concluyó el mandatario.

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