Portugal ultimaba ayer los preparativos para dar el último adiós al ex presidente Mario Soares, fallecido el sábado a los 92 años y que será despedido con honores de Estado, en homenaje a su papel clave en la construcción de la democracia. Aunque las ceremonias oficiales arrancan hoy, cuando será abierta su capilla ardiente en el Monasterio de los Jerónimos, centenares de ciudadanos empezaron a despedirse del patriarca socialista en algunos de los puntos de la capital que marcaron su vida.

La sede del Partido Socialista, que él fundó en la clandestinidad en 1973, colocó una enorme fotografía de Soares en su fachada y una pantalla donde se proyectan vídeos con discursos y momentos del político. El edificio permanece abierto y se ha puesto a disposición de los visitantes un libro de condolencias para que quien quiera pueda expresar su pesar.

Dirigentes socialistas, militantes, ciudadanos anónimos y figuras de otros partidos, como el líder de la oposición conservadora, Pedro Passos Coelho, pasaron ayer por la sede situada en el Largo de Rato para recordar a Soares.

Otros ciudadanos se acercaron a la residencia del ex presidente, en el barrio lisboeta de Campo Grande, donde depositaron varios ramos de rosas. Con estos gestos, que preceden a los tres días de luto nacional desde hoy, el pueblo quiere dar su adiós a una de las personalidades políticas más populares del país.