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¿Primavera árabe o invierno ruso?

  • Muchos ven en las mayores protestas antigubernamentales en 20 años por las denuncias de fraude electoral el principio del fin del poder omnímodo de Putin

Rusia vivió el sábado las mayores protestas antigubernamentales en 20 años debido a las denuncias de fraude electoral contra el partido del Kremlin, que muchos ven como el principio del fin del poder omnímodo de Vladimir Putin.

"¿Primavera árabe? Ahora viene el invierno ruso", respondió Sergei Mitrojin, líder del partido liberal Yabloko, en alusión a si Rusia seguirá la senda revolucionaria marcada por Túnez, Egipto o Libia.

Medio centenar de ciudades rusas acogieron multitudinarias manifestaciones por parte de decenas de miles de rusos descontentos con el resultado de las elecciones parlamentarias del pasado domingo.

"El movimiento de protesta tiene futuro. No protestan porque tengan hambre, sino porque les privaron de sus derechos fundamentales, uno de los cuales es elegir libremente a sus representantes", aseguró Ludmila Alexeyeva, veterana activista desde tiempos de la Unión Soviética.

Según informó el viernes el grupo creado en Facebook, más de 30.000 personas habían expresado su deseo de acudir a la manifestación antigubernamental en Moscú, que fue la más numerosa que se recordaba en este país desde los años 90 del siglo pasado.

En Rusia no se había visto nada igual desde los tiempos de la Perestroika, cuando las ansias de libertad aplacaban el hambre y la escasez de los alimentos más básicos y cualquier motivo era bueno para que cientos de miles de personas se echaran a la calle.

"En las grandes ciudades todos están deseando que lleguen los mítines. En los autobuses y peluquerías, al igual que hace 20 años, se habla de las elecciones. Ser apolítico ya no está de moda", señaló Ella Paneyaj, analista política en el diario Vedomosti.

La oposición no parlamentaria, la principal fuerza tras el movimiento Rusia sin Putin de los últimos días, había celebrado innumerables protestas en los últimos años, pero nunca había congregado más de unos centenares de seguidores.

"Es una nueva generación que está harta de la corrupción y el monopolio del poder del partido del Kremlin", dijo Alexeyeva.

En lo que el movimiento ruso se parece a las revoluciones árabes es en el papel preponderante que han jugado las redes sociales, que son las que encendieron la mecha al colgar vídeos con casos flagrantes de fraude electoral.

Además, el bloguero Alexei Navalni, abogado de profesión que fue detenido y ha sido condenado a 15 días de arresto administrativo, se ha convertido en el líder más destacado de las protestas con sus denuncias de corrupción y encendidos llamamientos a la rebeldía.

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, aseguró esta semana que la oposición tiene derecho a lo que calificó de "democracia callejera", pero siempre que sus activistas actúen en el marco de la ley. "Nadie desea el caos", sentenció.

Al respecto, Alexeyeva opina que, "en estos momentos, el Gobierno de Putin parece perdido, ya que teme usar la fuerza y, al mismo tiempo, reaccionar con demasiada pasividad".

El ex presidente del Parlamento ruso y uno de los organizadores del movimiento de resistencia popular contra el golpe de Estado de agosto de 1991, Ruslan Jasbulatov, opinó que "los comicios han abierto una nueva etapa en la política rusa".

"Los rusos no son occidentales, pero también quieren un Parlamento fuerte, una prensa libre y controles sobre el Gobierno. Han perdido la fe en las autoridades, por eso protestan con tantas ganas", aseguró.

En su opinión, "el apoyo popular de dos tercios a Putin es cosa del pasado. Putin no lo va a tener nada fácil para salir reelegido en las presidenciales de marzo".

"El sistema está en crisis. El problema es que se necesitan cambios urgentes y los actuales dirigentes han demostrado que no son, en ningún caso, reformistas", comenta Jasbulatov.

Este catedrático de Economía cree que "es pronto para saber si el movimiento de protesta fructificará o se diluirá con el paso de las semanas".

"El problema es la falta de líderes en la oposición. Putin acabó con la clase política y ya no hay políticos decentes. Otro peligro es que el Estado podría reaccionar violentamente en caso de que las protestas se descontrolen", advirtió.

Muchos creen que Putin reaccionará a las protestas aumentando drásticamente el gasto social, como ha hecho durante los últimos meses con los salarios y pensiones de militares, profesores, madres, veteranos de la guerra y ancianos.

De poco vale que el Fondo Monetario Internacional haya advertido a Moscú que una política de exceso de gasto puede disparar la inflación y el déficit presupuestario.

Una revolución popular, aún siendo de terciopelo, es la peor pesadilla de Putin, que acusa a Occidente de financiar a las ONG para desestabilizar la situación política interna de Rusia, justo cuando se acaba de cumplir el 20 aniversario de la caída de la Unión Soviética.

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