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Tensa calma en la frontera a la espera de noticias sobre el futuro de Corea del Norte

  • Los militares aumentan la vigilancia en el conflictivo límite con el vecino del Sur

Militares de las dos Coreas se vigilan estos días muy de cerca en Panmunjom, una de las últimas fronteras de la Guerra Fría, que divide a un Norte de luto y a un Sur que aguarda indicios sobre el rumbo de su vecino tras la muerte de Kim Jong-il.

Apenas 20 metros separan a los soldados de los dos países en la demarcación de Panmunjom, donde en 1953 tuvieron lugar las negociaciones entre las dos Coreas y EEUU que pusieron fin a una guerra que moldeó la península y dejó al Norte bajo el mandato autoritario de la dinastía Kim.

El lado norcoreano de la frontera no mostraba ayer ninguna señal visible de luto por la muerte del Querido Líder, anunciada el lunes y que llevó a Seúl a incrementar la vigilancia "en niveles bajos" en la conflictiva frontera que transcurre a lo largo del paralelo 38.

Pese a la incertidumbre sobre el cambio de liderazgo en el hermético régimen comunista, la parte surcoreana de Panmunjom seguía ayer abierta a los visitantes que, con autorización previa, podían entrar en el área de seguridad conjunta y las casetas del Comando de la ONU utilizadas para negociaciones intercoreanas.

Allí, con marcial rigidez y sobre un suelo helado por las bajas temperaturas, media decena de soldados surcoreanos hacían guardia con la mirada fija en dos militares del país vecino al otro lado de los edificios, que respondían de igual manera.

"Por ahora estamos intentando ver qué va a pasar", señaló cauto uno de los soldados estadounidenses, país que administra junto con Corea del Sur la parte meridional de la zona desmilitarizada.

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