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La UE contiene la respiración ante el temor al no en el referéndum irlandés

  • Irlanda se pronuncia hoy sobre el Tratado de Lisboa, el único país obligado a ratificarlo mediante consulta popular · Los últimos sondeos indican que una mayoría de ciudadanos rechazaría el texto

Irlanda celebró ayer un día de reflexión antes de pronunciarse hoy en un referéndum sobre el Tratado de Lisboa que podría sumir a Europa en una parálisis si triunfa el no.

Las radios y las televisiones se silenciaron, respetando la "moratoria" voluntaria que entró en vigor ayer hasta el cierre de las oficinas de voto, esta noche.

En un último esfuerzo por capturar los votos de los indecisos -que sumarían, según sondeos, alrededor del 30% de tres millones de votantes-, el primer ministro de Irlanda, Brian Cowen, se subió a su ómnibus del sí para recorrer pueblos y ciudades de la isla. "La gente es consciente de que tomará una gran decisión mañana", afirmó Cowen en Longford, al oeste de Dublín. "Hay mucha gente que está de nuestro lado, lo que sugiere que vamos a ganar", agregó, optimista.

"No voy a admitir la hipótesis de una derrota. Voy a luchar por la victoria y estoy convencido de que la voy a conseguir", declaró la víspera el premier irlandés, resaltando la importancia para Irlanda y Europa del referéndum. "Europa ha sido algo bueno para Irlanda", insistió Cowen, asegurando a los irlandeses que "no hay nada que temer de este tratado".

Pero los últimos sondeos difundidos en Irlanda dan al no una posibilidad real de ganar, lo que, si se confirma, sepultaría el documento firmado el año pasado en la capital portuguesa, en reemplazo del proyecto de Constitución europea rechazado por franceses y holandeses en sendos referendos en 2005.

Esa perspectiva hizo que en el último día de la campaña los dirigentes de los grandes partidos políticos irlandeses -el Fianna Fáil (en el poder) y los opositores Fine Gael y Partido Laborista- se unieran para tratar de convencer a los indecisos de votar sí. El futuro de la UE y de sus más de 500 millones de ciudadanos dependen de este voto, advirtieron los representantes de los partidos políticos irlandeses, con excepción del Sinn Fein (cuatro diputados en la Asamblea, que cuenta con 166 escaños), que es la única formación que apoya el no.

Esta intensa campaña sobre el Tratado de Lisboa ha dividido a Irlanda más que cualquier otro debate y referéndum nacional, incluso los celebrados a mediados de los 80 y 90 sobre temas tan polémicos en este país como el aborto y el divorcio, reconocen políticos y observadores.

Según los últimos sondeos, un 35% de irlandeses votaría no, contra un 30% para el sí. Un 28% de las personas consultadas se declaraban aún indecisas, pocos días antes de la cita electoral, mientras un 7% dice que no quiere ir a votar.

Irlanda es el único de los 27 países de la UE que está obligado, por su Constitución, a organizar una votación popular sobre el Tratado. Los demás optaron por una aprobación parlamentaria y 17 ya han ratificado el texto, que se prevé entre en vigor el 1 de enero de 2009. Los dos últimos países en hacerlo han sido Finlandia y Estonia, ayer mismo. El Parlamento finlandés aprobó el tratado con 151 votos a favor y 27 en contra, mientras que el estonio lo hizo con 91 a favor y uno en contra.

Mientras tanto, la perspectiva de un rechazo de este tratado por 4,2 millones de irlandeses, es decir menos del 1% de los 495 millones de europeos, provoca escalofríos en los responsables de Bruselas.

Frente a ese riesgo, varios responsables europeos se lanzaron a último momento a hacer campaña por el sí, advirtiendo sobre las consecuencias de un nuevo fracaso para el bloque.

Esta campaña para el referéndum concluyó mientras las cifras de desempleo, publicadas el martes, mostraban que el número de parados ha superado los 200.000 (5,4%) por primera vez en nueve años. Según el diario Irish Examiner, este indicador económico podría "fortalecer los temores" de los indecisos sobre la amenaza que representan, a sus ojos, los inmigrantes procedentes de los nuevos países europeos, empujándolos a votar no al Tratado de Lisboa.

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