Dos atentados golpearon ayer Islamabad y el conflictivo noroeste de Pakistán y se cobraron la vida de al menos diez personas, entre ellas tres niños, en una jornada que coincidió con la discusión en el Parlamento sobre las operaciones militares contra los islamistas.

Según informó a los medios de comunicación el oficial de seguridad Nadir Khan, una bomba fue activada a través de control remoto al paso del convoy policial, que transportaba prisioneros por la demarcación de Dir, situada en la provincia de la Frontera del Noroeste (NWFP).

El vehículo de las fuerzas de seguridad quedó completamente destrozado por el ataque, que causó la muerte de tres policías, tres prisioneros y el conductor.

Un autobús escolar que circulaba próximo al furgón también se vio afectado por la explosión, causando la muerte de tres niños y varios heridos.

Según testigos, la detonación pudo escucharse a dos kilómetros de distancia.

La demarcación de Dir limita con la región tribal de Bajaur, en la frontera con Afganistán, donde el Ejército desarrolla desde hace dos meses una operación militar en la que asegura haber acabado con más de un millar de insurgentes.

El otro atentado fue perpetrado contra las fuerzas de seguridad del país y ocurrió cuando un coche-bomba conducido por un suicida estalló contra el edificio de la brigada antiterrorista de un importante complejo policial situado a las afueras de Islamabad y lo destruyó parcialmente.

Las autoridades aseguraron que diez personas resultaron heridas durante el incidente y que no hubo víctimas mortales.

Éste es el primer atentado que tiene lugar en Islamabad desde que el pasado 20 de septiembre un suicida hiciera estallar los 600 kilos de explosivos que transportaba contra el hotel Marriott en el que murieron 54 personas, cuya responsabilidad ha sido atribuida al movimiento Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP) que aglutina a los grupos talibanes paquistaníes.