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Un debate con mucho morbo

  • El cara a cara de los dos aspirantes a la Vicepresidencia concitó la atención de más de 3.000 periodistas expectantes por saber cuál de los dos evita mejor los errores

Bajar las expectativas antes de un debate político es una vieja táctica para que el resultado final deje un sabor más positivo. En el caso de los dos actuales candidatos a vicepresidentes de EEUU, la táctica parece ser la estrategia.

Después del empujón inicial de sus nombramientos hace un mes, el demócrata Joe Biden y la republicana Sarah Palin se han dedicado a competir por ver quién era capaz de cometer el error más grave. Ella por los defectos en su oratoria, y él por sus excesos.

Ya sea por el deseo de ver a un personaje público fracasar, o por la posibilidad de que mejoren, lo cierto es que el debate de anoche llegó rodeado de una enorme expectación. Hasta 3.100 periodistas estaban acreditados para el evento que tuvo lugar en la Universidad de Washington, en San Luis, y fue transmitido por todas las grandes cadenas de televisión del país.

Quien más tenía que ganar, sin duda alguna, era Palin. Y no sólo porque sus dos años como gobernadora de Alaska, se enfrentaban a los casi 36 que lleva Biden como senador.

A pesar de la extrema protección que sobre ella ejerció la campaña del candidato republicano, John McCain, en sólo tres entrevistas con la prensa nacional la gobernadora de Alaska fue capaz de convertirse en el centro de las burlas de los principales humoristas del país.

Errores como citar la proximidad de Alaska a Rusia como su principal crédito en política exterior o mezclar el plan de 700.000 millones de dólares para rescatar la economía con la creación de empleo, la reforma sanitaria y las bajadas de impuestos llevaron incluso a algunos comentaristas conservadores, los que se supone están de su lado, a pedirle públicamente que renuncie por el bien de McCain y del país.

"Va a ser muy, muy difícil borrar la impresión que dio en sus entrevistas, que de alguna manera el traje le viene grande", afirmó metafóricamente el columnista Rod Dreher.

Si alguien parece capaz de salvar a Palin, sin embargo, es Biden. El senador por Delaware es un gran experto en relaciones internacionales y un consumado orador con un extenso vocabulario y una gran facilidad para improvisar. Su problema es que tiene la misma facilidad para llevar su retórica más allá de lo políticamente aceptable.

Hace sólo una semana, por ejemplo, Biden aseguró que la crisis económica actual necesitaba un líder como el presidente Franklin Delano Roosevelt, que tras el crack de la bolsa de 1929 calmó al país sólo con un discurso televisivo. La historia sería excelente si no fuera porque el presidente en aquel martes negro era Herbert Hoover y ningún estadounidense tenía un televisor en su casa.

Como Biden tiene más años, tiene también un historial más largo de errores. El más famoso fue en 1987, cuando su primera candidatura presidencial murió al descubrirse que había plagiado fragmentos de un discurso de un político británico.

El veterano senador tenía además un problema añadido para el debate. Con una mujer enfrente mucho más inexperta que él, debía evitar "adoptar una postura agresiva hacia ella o, incluso peor, condescendiente", aseguró al diario Politico Bob Shrum, que ayudó a preparar los debates al candidato demócrata en 2004, John Kerry.

Palin, por el contrario, debía explotar más su lado personal, presentarse como "una persona entrañable, simpática que cree lo que dice", afirmó Stuart Stevens, que ayudó al republicano Dick Cheney en sus batallas dialécticas con Joe Lieberman y John Edwards en 2000 y 2004.

Aunque quizá el mejor consejo se lo dejó Stevens para el final. "Su objetivo debería ser no convertirse en la noticia", aseveró. Mirando desde la distancia y con los antecedentes de ambos, tanto John McCain como Barack Obama estarían contentos con ese resultado tras el debate de anoche.

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