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El gran secreto de Bengasi

Uno de los más oscuros secretos del líder libio, Muamar el Gadafi, podría desvelarse pronto, después de que su régimen haya perdido el control de la ciudad oriental de Bengasi, actualmente el feudo de los rebeldes de la oposición. En 1998, más de 400 niños fueron infectados con el VIH, el virus del sida, en un hospital pediátrico de la ciudad, sin que hasta la actualidad se sepa quién fue el responsable.

Ahora que el Gobierno ha perdido el control, los testigos pueden hablar sin miedo a las represalias. El último agente de la inteligencia libia destinado en el hospital para ocuparse de que todos guardaran silencio huyó el primer día del levantamiento en Bengasi, según un administrador del hospital.

Después de que la infección masiva saliera a la luz, un médico palestino y cinco enfermeras búlgaras que trabajaban en el hospital fueron condenadas, acusadas de haber inyectado deliberadamente a los niños sangre infectada. En el juicio, los fiscales alegaron que el motivo de los acusados fue su odio al pueblo libio o que eran instrumentos de siniestros poderes extranjeros. Los observadores occidentales que siguieron el juicio consideraron que los acusados fueron chivos expiatorios del régimen.

El pequeño hospital, situado tras árboles y un muro coloreado de arena, vuelve a operar hoy en día con normalidad, tras tener apenas pacientes durante los dos años que siguieron al escándalo.

"Las emergencias y los más pobres entre los pobres eran los únicos que venían por temor a infectarse", cuenta Amel al Saidi, que trabajó en el laboratorio del hospital durante 15 años. Al Saidi está segura de que la infección de los niños fue intencionada, pero asegura no poder imaginarse quién pudo fraguar ese diabólico plan. "Este crimen debió de ser planeado a alto nivel", asegura, descartando la teoría planteada por expertos extranjeros de que el brote de sida fue probablemente provocado por las condiciones higiénicas deficitarias del hospital. "Si decenas de niños hubieran sido infectados, podría ser posible. ¿Pero más de 400? Es imposible", asegura.

"Debemos descubrir por cualquier medio lo que ocurrió realmente. Es muy importante para los padres de esos niños y para nosotros, como médicos", señala Ali al Tuwaiti, que trabajaba en el hospital en el momento del brote y que asegura no haber hablado del tema durante años.

Las familias de los niños infectados culparon en un principio a los médicos como Al Tuwaiti y a otros compañeros del hospital. Las madres llegaron a golpearlos con los puños. Por eso llegó a sentirse como un leproso.

Los empleados médicos extranjeros acusados fueron encarcelados, torturados y condenados a muerte. En julio de 2007, tras varios juicios y presión de varios países europeos, fueron finalmente extraditados a Bulgaria, donde fueron indultados y puestos en libertad, y el doctor recibió nacionalidad búlgara.

"Los niños debieron de ser infectados durante transfusiones", considera, "pero no con jeringuillas reutilizadas como algunos reclamaron, porque utilizábamos casi exclusivamente cánulas de plástico de un solo uso", explica mostrando una.

Las enfermeras extranjeras acusadas habían estado trabajando en varias alas del hospital, mientras las infecciones brotaron en uno sólo de los tres departamentos del centro médico, lo que le refuerza poderosamente la teoría deque no fue un accidente. ¿Pero quién fue capaz de un acto tan cruel y con qué motivo? "Debió de haber alguien que quería crear el caos o sentía un profundo odio hacia los habitantes de esta ciudad", señala.

Otro doctor que trabajaba en el hospital en el momento del brote es menos cauto: "Muamar el Gadafi", señala. "Podría haberlo hecho para castigar a la ciudad", dice sin ofrecer pruebas y sin querer dar su nombre. Y es que de alguna forma, continúa habiendo miedo a una revancha del régimen.

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