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Un país herido y vapuleado tras las filtraciones

Hace justo un año, este país de menos de 4 millones de habitantes acaparó las miradas del mundo entero porque fue el escenario del primer e histórico apretón de manos entre Raúl Castro y Barack Obama. Panamá dio entonces la imagen de un país de consenso, comprometido con la diplomacia y con vocación de unión.

Un año más tarde, el escándalo de los papeles de Panamá ha caído como un jarro de agua fría en este país centroamericano que ha hecho de la discreción y la diplomacia su manera de desenvolverse a lo largo de los años en la intrincada geopolítica del continente.

Los panameños se sienten heridos en su orgullo, cuestionados y vapuleados injustamente desde el pasado domingo, cuando saltó el escándalo. Desde entonces, en los ascensores, en el metro, en los bares y en las ruedas de prensa de las autoridades panameñas, se repite como un mantra la misma idea: no tiene sentido que se haya usado el nombre de Panamá en el título de las filtraciones cuando hay una veintena de países y jurisdicciones implicadas en el macroescándalo.

"Panamá quiere dejar claro que esta situación, a la que se ha mal llamado papeles de Panamá no es un problema de nuestro país sino de muchos países del mundo, cuyas estructuras legales y financieras son todavía vulnerables a ser utilizadas para fines que no representan el bien común de los ciudadanos", denunció ayer el presidente, Juan Carlos Varela, en un discurso televisado.

El Gobierno y el pueblo panameño se sienten víctimas de una conspiración contra su centro financiero, uno de los más sólidos y competitivos de la región, y critican la doble moral de organismos internacionales como la OCDE, que aloja países y jurisdicciones donde el secreto y la opacidad son grandes.

Para entender este chovinismo que podría parecer exagerado, es necesario tener claro que se trata de un país de servicios, que vive principalmente del Canal, de su centro bancario y de su sistema tributario territorial, y que gracias a ellos ha conseguido liderar durante varios años el crecimiento en América Latina y convertirse en una de las economías más pujantes del mundo. En 2015, el país creció al 5,8 %, casi tres veces más de la media latinoamericana, y registró una inversión extranjera directa de 5.038 millones de dólares, un 17 % más que el año anterior.

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