Cumbre del g8 Encuentro en Japón con el tema del programa nuclear iraní encima de la mesa

Ni propuestas ni perspectivas

  • Bush acude a su última reunión de los países más poderosos en una cita centrada en el cambio climático pero donde lo sustancioso se destilará en reuniones bilaterales

El presidente de EEUU, George W. Bush, acude a la que será su última cumbre del G8, en Hokkaido (Japón), con pocas propuestas concretas y escasas perspectivas de llegar a un acuerdo a largo plazo para limitar las emisiones de gas invernadero.

Quizá por ello la agenda más importante sea la que corresponderá a sus reuniones bilaterales, dominadas por el programa nuclear de Corea del Norte.

Bush aprovechará para reunirse con los representantes de China, Corea del Sur y Japón para aunar estrategias y determinar los pasos a seguir una vez que Corea del Norte ya entregó, la semana pasada, su esperada declaración sobre sus actividades e instalaciones atómicas.

Pekín, Seúl y Tokio forman parte, junto a Washington, Moscú y Pyongyang, de las conversaciones a seis bandas, las negociaciones multipartitas para persuadir al régimen de Kim Jong Il de que se deshaga de su programa nuclear a cambio de incentivos económicos y diplomáticos.

La Casa Blanca niega que la de Hokkaido vaya a ser una cumbre de transición. Pero lo cierto es que la agenda del presidente George W. Bush, al que restan apenas seis meses de mandato, dista mucho de ser ambiciosa.

En lugar de iniciativas grandiosas, Bush quiere promover en esta ocasión, por ejemplo, la "responsabilidad" de los países miembros para cumplir los compromisos adquiridos en reuniones pasadas.

Según el programa presentado por el país anfitrión, Japón, el cambio climático será el gran protagonista de la cumbre que hoy se inicia.

Pero no parece probable que, como se esperaba inicialmente, los países del Grupo de los Ocho -los siete más desarrollados y Rusia- vayan a llegar a un acuerdo para limitar a largo plazo las emisiones de gases invernadero -al 50 por ciento para 2050-, como defienden Francia o Alemania.

Estados Unidos insiste en que cualquier acuerdo vinculante debe incluir a las grandes economías emergentes como China o India.

En declaraciones a la prensa la pasada semana, el asesor para asuntos económicos internacionales de la Casa Blanca, Dan Price, declaró que el G8 no puede imponer por sí solo metas efectivas a largo plazo para recortar gases contaminantes, pues las economías emergentes representan un porcentaje cada vez mayor de esas emisiones contaminantes.

"Todas las grandes economías mundiales, y de hecho todos los signatarios de la convención de las Naciones Unidas sobre cambio climático, deben formar parte del debate para establecer metas a largo plazo", explicó Price.

El alto funcionario no quiso aclarar si el G8 irá más allá que en su última reunión, en Heiligendamm (Alemania) el año pasado, cuando se comprometió únicamente a "plantearse seriamente" la meta del recorte del 50% para 2050.

Los expertos se muestran de acuerdo en que, aunque se han producido avances en los últimos tiempos, la Administración norteamericana se encuentra aún distante en el asunto de las posiciones europeas.

En su lugar, las partes probablemente se muestren de acuerdo en esperar al próximo presidente de Estados Unidos, sea éste el republicano John McCain o el demócrata Barack Obama, ambos percibidos como más flexibles en lo que respecta al medio ambiente.

"Para qué pelearse con Bush cuando basta esperar unos pocos meses y tratar con una nueva Administración que ya ha dejado claro que está dispuesta a avanzar en el asunto del calentamiento global", afirmó Charles Kupchan, del Consejo de Relaciones Exteriores, un grupo de estudios de Washington.

Asuntos como el programa nuclear iraní -que ya protagonizó la gira europea de Bush hace apenas cuatro semanas-, la crisis generada por las constantes subidas de los precios de los alimentos y la energía o el libre comercio figurarán también de manera destacada en la agenda del presidente de Estados Unidos.

En estos asuntos los analistas tampoco esperan medidas rompedoras.

Según Michael Green, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS), "es un G8 en el que muchos de los líderes acuden a Japón cuando están bastante debilitados en sus propios países".

"No creo que vaya a ser una cumbre que establezca una agenda ambiciosa y llena de novedades. Es una que será cautelosa y se centrará en mantener a raya el creciente descontento mundial", sostuvo, por su parte, Kupchan.

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