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Tensión en asia La política con las minorías, en el punto de mira de la crítica internacional

Los sarpullidos de China

  • El grupo étnico musulmán uigur, que habita Xinjiang, la segunda región más inestable del país, también se suma a la rebelión contra la dictadura comunista

Aparte de los tibetanos, el grupo étnico musulmán uigur se rebela también ahora abiertamente contra la soberanía china. Precisamente en el momento en que la política china con las minorías se encuentra en el punto de mira de la crítica internacional ante los Juegos Olímpicos, no sólo el Tíbet hace ruido, sino también Xinjiang, la segunda región más inestable, situada en el noroeste de China.

Desde hace más de cinco siglos, los musulmanes uigures protestan allí, al igual que los tibetanos, contra los chinos. Tras la fundación de la República Popular en 1949, los comunistas incorporaron tanto el altiplano tibetano como la antigua Turquestán Oriental y las convirtieron en regiones autónomas chinas. Ambos pueblos, que no tienen nada que ver étnica, religiosa ni culturalmente con los chinos, se quejan actualmente de represión religiosa y cultural.

Las autoridades chinas siguen en ambas regiones una política de mano dura, pero esperan satisfacer a la población con el desarrollo económico. Sin embargo, para los críticos no salen bien las cuentas. En Xinjiang domina un "sistema de muchos niveles de vigilancia, control y represión de actividades religiosas", asegura la organización defensora de derechos humanos Human Rights Watch. El grupo túrquico de los uigures sufre diariamente, al igual que los tibetanos, discriminación social y económica por parte de los chinos, que controlan la administración y la economía.

En las escuelas están prohibidos estrictamente los días de fiesta religiosos, el estudio de textos religiosos o vestimenta confesional, denuncian los defensores de derechos humanos. "El Gobierno controla quién puede ser imán, qué versión del Corán está permitida leer, dónde pueden tener lugar reuniones religiosas o qué se puede decir en una celebración religiosa".

La muerte no esclarecida de un comerciante de jade uigur de 38 años tras dos meses en custodia policial, oficialmente explicada por problemas del corazón, desencadenó las últimas protestas en el bazar de Hetian y en el cercano Mayu, en plena tierra uigur.

La Policía ordenó a la familia que sepultase al hombre y que no hablase con nadie sobre su muerte, informó la radio estadounidense Radio Free Asia (RFA). La Policía dispersó las protestas y detuvo a cientos de personas, informó la radio en base a fuentes bien informadas.

La atmósfera es tensa. En los últimos días hubo registros de casas y nuevas detenciones en Yili. En ese lugar precisamente se reprimió cruentamente una rebelión uigur en 1997.

Las autoridades chinas no ven tensiones étnicas tras los disturbios, sino que responsabilizan de ello, como siempre, "a las tres fuerzas malvadas del separatismo, extremismo y terrorismo".

Desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, Pekín ha colocado a los grupos uigures a la par de la red terrorista Al Qaeda. A cambio de que China se uniera entonces a la lucha internacional contra el terror, Estados Unidos tuvo que acceder, a petición de Pekín, a incluir en 2002 al menos a uno de los grupos que allí operan como grupo terrorista: el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (ETIM). Para ello no presentó pruebas claras, informó un experto estadounidense que habló de un "error".

El pequeño ETIM desapareció del horizonte desde la muerte de su líder, Hasan Mahsum, en 2003 a manos de tropas paquistaníes. Pero el Gobierno chino acusa incluso hoy en día de terroristas a todos los grupos uigur en el exilio de forma general. También acusa automáticamente a todos los uigures de luchar por la independencia de Xinjiang y la restauración de la República del Turquestán Oriental, incluso aunque sus protestas sólo se dirijan contra asuntos que les perjudican.

Últimamente las autoridades chinas acusaron a los "separatistas" de esa región y al ETIM de estar detrás de un incendio frustrado en un avión chino que volaba de Urumqi, la capital de Xinjiang, a Pekín. También acusan a los grupos uigures de planear ataques terroristas en los Juegos Olímpicos.

En vez de reflexionar de forma crítica sobre las causas de las tensiones en Xinjiang, funcionarios chinos argumentan los últimos disturbios alegando que los uigures quieren imitar a los tibetanos y utilizar los Juegos Olímpicos de verano para luchar por su independencia de Pekín.

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