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Los talibanes disparan a las urnas

  • Dos atentados suicidas causan al menos 15 muertos a dos días de las elecciones en Afganistán · El Palacio Presidencial es atacado con misiles sin ocasionar víctimas · Kabul, tomada por las fuerzas de seguridad

A sólo dos días de los comicios presidenciales, los talibanes afganos volvieron a actuar ayer con dos atentados suicidas que dejaron al menos 15 muertos y un ataque con proyectiles sobre el Palacio Presidencial de Kabul, una ciudad en alerta y tomada por completo por las fuerzas de seguridad.

El atentado más grave tuvo lugar en la peligrosa carretera que conduce a Jalalabad (este) desde Kabul, objetivo frecuente de los insurgentes porque a la salida de la capital se encuentran varios cuarteles de las tropas estadounidenses y de la ISAF.

El suicida lanzó su vehículo contra un convoy militar de la ISAF y causó la muerte de siete personas y heridas a otras cuarenta, según distintas fuentes oficiales afganas.

Pero, en un comunicado, la OTAN aseguró que la última información de la que dispone "indica que entre los muertos hay un soldado de la ISAF, siete civiles afganos y dos empleados afganos de la misión de la ONU en Afganistán", este último dato confirmado por las Naciones Unidas.

La ISAF también elevó el número de heridos a 55, entre ellos dos militares de la OTAN.

El atentado fue condenado por el presidente afgano, Hamid Karzai, horas después de que dos misiles cayeran en las inmediaciones de su Palacio sin causar víctimas.

Y además, según una fuente policial consultada, otro ataque suicida acabó con las vidas de dos civiles y tres soldados afganos e hirió a otras cinco personas en la región centro-meridional de Uruzgán, donde los talibanes tienen una amplia presencia.

Este mes se han registrado ya varios ataques con cohetes lanzados desde las afueras contra Kabul, una ciudad relativamente aislada del conflicto armado y cuyos habitantes aún recuerdan el martirio al que fueron sometidos durante la guerra civil en la década de 1990 y conviven casi diariamente con los atentados en sus calles.

Ataques como el de ayer contra el convoy de la ISAF y otros contra instalaciones militares o sedes oficiales se cobran siempre una mayoría de víctimas entre los civiles que se encuentran en las proximidades.

En vísperas de las elecciones, Kabul se encuentra tomada por miles de soldados del Ejército, policías y guardas privados de seguridad armados con kalashnikov o con ametralladoras para proteger los edificios más importantes.

La zona de las embajadas cuenta con sucesivos controles de paso y los edificios estratégicos están amurallados con alambradas y densos bloques de cemento para protegerse de los atentados de los talibanes, quienes han demostrado su capacidad de golpear la ciudad.

"La seguridad -dijo el jefe de los servicios secretos afganos, Amrullah Saleh- es como el pan. Un bien que necesitas sin cesar. Será para siempre nuestra preocupación. Nuestras medidas y esfuerzos no se detendrán tras las elecciones".

La masiva presencia de las fuerzas del orden no ha hecho mella en la percepción de los afganos: según un estudio del instituto norteamericano IRI, la seguridad es uno de los dos principales problemas de Afganistán para el 56% de los ciudadanos consultados, 21 puntos por encima de la situación económica.

"Yo la tengo (la pistola) por seguridad siempre encima. Aquí en Kabul hay robos y secuestros constantes, no cesan ningún día", relata un tayiko de 22 años preocupado por el alza del crimen en la ciudad, mientras empuña una Beretta italiana de calibre 9 mm Parabellum en el interior de un coche.

De acuerdo con distintos informes, las carreteras afganas están infestadas de bandidos que tienden emboscadas a camioneros y viajeros, sin que esté clara en muchas ocasiones la frontera que separa al delincuente común del insurgente talibán.

"No me siento seguro, claro que no. La Policía no está activa y no tiene equipamiento para resolver los problemas. Los secuestros y robos en Kabul son perpetrados por gente con uniforme. La corrupción es del cien por cien", sostiene el empresario Mohamad Nader en el barrio capitalino de Makroyan.

Ante la amenaza talibán y el clima de inseguridad generalizado, las embajadas extranjeras se apresuran en Kabul a aconsejar a sus ciudadanos que extremen las precauciones, sobre todo durante el período electoral.

"Conviene salir sólo lo imprescindible, vestirse de forma que no llame la atención, lo menos elegantemente posible. El nivel de alerta es permanente y no hay que bajar la guardia", dijo una fuente diplomática.

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