Amarcord, una de las obras maestras de Federico Fellini, ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1973, llega estos días a Roma en versión ballet. El espectáculo, dirigido por el coreógrafo Luciano Cannito y representado por la compañía Danzitalia, se ha subido podido ver antes en otros escenarios pero nunca se había representado en Roma. Ahora inaugura en la capital italiana la programación de la cuarta edición del Festival Internacional de la Danza de la Academia Filarmónica Romana y del Teatro Olímpico de Roma, donde se podrá ver desde el 17 al 20 de abril.

Ambientada en la Italia fascista de Benito Mussolini, Amarcord cuenta la historia del día a día de los ciudadanos de Borgo, un pueblo inspirado en la ciudad de Rimini, donde nació el genial director. La religión, el fascismo y la educación represiva son algunos de los temas que aparecen en este filme que, disfrazado de película costumbrista, contiene una crítica mordaz e irónica de la cultura y la sociedad de entonces.

Vista de una forma absurda y esperpéntica, el espectador se puede hacer a la idea de cómo era la Italia de Mussolini a través de los ojos de Titta, un chico de 15 años que es claramente una recreación de la adolescencia de este maestro del cine, responsable de otros títulos como Ocho y medio, Roma, La dolce vita o Las noches de Cabiria. El encargado de representar este papel será Nicolò Noto, que a sus 21 años ya es una estrella del ballet italiano. El papel de la femenina Gradisca, la diosa de Fellini, la mujer elegante que era admirada y deseada por todos los hombres y cuyo único sueño era casarse con un príncipe, será llevado a las tablas por la bailarina y rostro televisivo Rossella Brescia.

La escenografía correrá a cargo de Carlo Centolavigna, que ha trabajado en la escenografía de óperas como La Traviata o La fuerza del destino de Verdi o Carmen de Bizet. Por su parte, la diseñadora Roberta Guidi di Bagno será la responsable del vestuario, y Alessandro Caso de la iluminación.

El cine de Fellini, como el de otros directores de su generación, supuso una auténtica revolución que dilapidó la ficción desgastada, infectada de clichés y convencionalismos que llenaba la cartelera de las salas italianas. Nacido en 1920 en Rimini, el genial director apostó durante toda su carrera por una nueva forma de hacer cine, protagonizado por actores desconocidos y escenarios reales, y poniendo el acento en la rutina y en la cotidianidad de la vida de los seres humanos.

El propio Fellini dijo una vez que "hablar de sueños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños: años pueden pasar en segundos y se puede saltar en un lugar a otro". Eso es lo que propone ahora este Amarcord en versión ballet a todos los que asisten en Roma a sus funciones: sumergirse en un sueño capaz de transportarles al corazón de la Italia de los años 30.