Cultura

Bailando el presente

  • La Torre de Don Fadrique acoge mañana el estreno absoluto de 'Los pasos perdidos', el tercer trabajo en solitario de la bailaora Ana Morales

Como muchas otras bailaoras de la nueva generación, a Ana Morales (Barcelona, 1982) no se le han caído nunca los anillos a la hora de trabajar cuando se trata de danza. Claro que su intuición poderosa la ha llevado siempre a acercarse, a aprender de los más grandes. Si no, ¿para qué iba ella a aceptar el reto de abandonar su pueblo natal con 15 años y venirse a Sevilla, con una beca para la Compañía Andaluza de Danza?

Desde entonces, afincada en la ciudad que hoy considera su casa y trabajando sin descanso para depurar una técnica y un arte cuyos primeros fundamentos conoció en el Conservatorio y el Instituto del Teatro de Barcelona, Ana Morales se ha apuntado a todos los carros que le han permitido asimilar cosas nuevas y le han ofrecido un espacio para expresarlas. Así, además de recorrer decenas de ciudades en varios programas de la Compañía Andaluza de Danza, dirigida a la sazón por José Antonio, se enroló en compañías tan diferentes como las del jerezano Antonio El Pipa (Puntales), Andrés Marín (Asimetrías), Javier Latorre (Triana, en el nombre de la rosa) o Javier Barón (Meridiana); o en espectáculos tan singulares como el Khalo Caló que se estrenó en 2008 en el Festival de Jerez.

Para todos estos compañeros de viaje tiene la bailaora palabras de agradecimiento: "He aprendido y he disfrutado muchísimo bailando con tantos artistas diferentes; porque yo quería ponerme a prueba, saber si podía estar a la altura, que para eso me vine. Pero después de diez años me di cuenta de que lo que quería era bailar sola y tener mi propia compañía, así que empecé a bailar en los tablaos, otra gran experiencia, hasta que en 2009 gané el premio Desplante del Festival de La Unión y supe que había llegado el momento de caminar por mi cuenta".

Sus primeros pasos en solitario la llevaron a crear De sandalia a tacón, estrenada en 2010 en el Festival de Jerez con la colaboración especial de Rubén Olmo. ReciclARTE, su segundo y original trabajo, nació en la Bienal de Sevilla de 2012 y aún sigue girando aunque, amiga de compartir, Ana Morales alterna su presencia como solista en el Ballet Flamenco de Andalucía (dirigido actualmente por Rafaela Carrasco) con colaboraciones como la llevada a cabo en la última Bienal con la cantaora Esperanza Fernández o con proyectos compartidos, como el que acaba de realizar con David Coria (Convivencias) para la BBK de Bilbao.

Un largo y riquísimo camino -tal y como recomendaba el poeta Kavafis- que la ha llevado, por un lado, a ser considerada como una de las mejores intérpretes del flamenco actual y, por otro, a una espléndida madurez artística y personal que se plasma ahora en este su tercer trabajo, Los pasos perdidos. El espectáculo verá la luz mañana domingo en la Torre de Don Fadrique, dentro del ciclo Septiembre es flamenco, con el cartel de "agotadas las localidades".

"En esta pieza he tratado solamente de expresar el momento en el que me encuentro -dice Morales-; un momento de inflexión, creo yo, tanto en mi vida personal como en mi vida artística ya que he cerrado una etapa y me siento abierta a todo lo que tiene que venir. Algo que he hecho siguiendo más mi intuición que mi raciocinio; de ahí lo de los pasos perdidos...".

En la pieza, sin duda, se podrá ver la evolución de una artista que posee una técnica excepcional. "Yo al menos espero que se vea -afirma- porque hoy me siento mucho más segura y más libre. En mi primer espectáculo tenía el reto de demostrar hasta dónde podía llegar y utilizaba la técnica para medir mis posibilidades, mientras que ahora la uso como un instrumento para expresar lo que quiero; no siento ya la necesidad de demostrar nada".

La preparación del espectáculo, sin embargo, dice que ha sido tan difícil como la primera vez ya que en Andalucía sigue sin haber espacios públicos -o privados- que se pongan al servicio de los jóvenes artistas, a cambio de una cantidad de dinero asumible o de alguna contraprestación. "Me he vuelto loca literalmente para encontrar una sala de ensayo con piano", lamenta.

En Los pasos perdidos, en los que la artista ha querido unir el flamenco tradicional que ama con un lenguaje más rompedor, bailará piezas como la Malagueña de Lecuona, la serrana, la soleá o la farruca, "piezas que no he elegido con la cabeza pensando en el espectáculo, sino porque, al escucharlas, me han transportado... Por eso considero este trabajo más bien como un work in progress que puede crecer o cambiar conmigo...", aclara.

Para semejante aventura, Morales se ha rodeado de un elenco de primerísima categoría en el que se integran el piano de Pablo Suárez, las voces de Juan José Amador y Miguel Ortega, las guitarras de Miguel Ángel Cortés y Salvador Gutiérrez , la percusión de Daniel Suárez y, para cantar uno de los temas, un grupo de niños de la Escolanía de Los Palacios. Un equipo en el que ha desempeñado un papel fundamental la figura de David Coria, un magnífico bailaor y coreógrafo que en este caso se ha quedado fuera para supervisarlo todo y llevar a cabo la dirección artística. "Si no es por él -asegura la artista-, no hubiera podido hacer este espectáculo".

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