Cultura

"La Biblia es el libro que mejor define las emociones humanas"

  • El autor revisa episodios bíblicos fundamentales en 'Lázaro en Babilonia', una reflexión crítica sobre el cristianismo y la aceptación de sus interpretaciones más tortuosas

Lázaro en Babilonia (Alfama) es la primera novela de Pablo Bujalance, periodista del diario hermano Málaga Hoy y responsable de una obra poética en algunos casos desperdigada que se reunirá en La misma piedra, una selección que publicará en abril la misma editorial. Bujalance, nacido en Málaga en 1976, ha "aprovechado el tirón" y escribe ya su segunda novela, "una especie de fábula de política-ficción, al estilo de Orwell y con algo de Bulgakov", que prevé acabar después del verano. En su debut en la "narrativa poética", presentado ayer en Fnac, reflexiona sobre el alcance de la voluntad, describe formas misteriosas de la rebeldía y critica la victoria de algunas interpretaciones mortificantes del cristianismo.

-¿Cómo tomó forma esta novela?

-Me propuse hacer un poema épico que contara esta historia, al principio muy basada en el Lázaro bíblico. Pero a medida que avanzaba me planteé cambiar el formato. Pensé también en escribir una obra de teatro, pero me pareció demasiado encorsetado, porque la historia necesitaba más libertad. Y la novela me daba lo que quería. Fue al plantearme escribir una novela cuando tuve la idea de darle la vuelta al mito de Lázaro, que no es devuelto a la vida, sino que resucita a los muertos. De una manera muy kafkiana, descubre en su adolescencia que tiene ese poder sobrenatural, y descubre ahí una conexión con Dios. Se trata de reflejar esa revelación sorprendente.

-¿Qué significa para usted este Lázaro transmutado?

-Al ir escribiéndola se convirtió en una novela muy nietzscheana, en una novela sobre la voluntad. Hoy, al releer algunas páginas, me he dado cuenta de que este Lázaro es una especie muy personal de superhombre. Ante la presencia absoluta e innegable de la divinidad, que no responde a sus deseos, actúa e impone su voluntad y de alguna manera ésa es su venganza ante Dios.

-Habla de Kafka y Nietzsche. ¿Fue muy consciente de su influencia?

-Creo que no. Sí ha sido más meditada la lectura de la Biblia. Por mi educación, ha sido un libro importante. Luego lo siguió siendo, ya de manera mucho más libre, asumida como una creación literaria y mitológica. Creo que es el libro que mejor define las emociones humanas, más allá de otras interpretaciones que se quieran hacer. Refleja muy bien el comportamiento del corazón humano, sus contradicciones. También quise rastrear en un libro que define la base cultural de Occidente. Otra lectura esencial fue la de María Zambrano. Fue un descubrimiento tardío, pero muy importante, porque iluminó mis lecturas anteriores. Me gusta su manera de acercarse a los asuntos del alma y del corazón de una manera filosófica, pero a través de la poesía. Y hay una presencia muy importante de Dostoievski, en ciertos temas que se plantean, como la culpa, la inocencia o la responsabilidad.

-El libro es también una reflexión sobre el papel de la religión, sobre su manera de filtrar la realidad...

-Especialmente sobre el cristianismo. Quería ahondar en la interpretación dogmática de que el dolor, el sufrimiento, las heridas y el fracaso conducen a la divinidad, de que son bien vistas incluso por Dios; sobre la imagen del Cristo crucificado que sirve de modelo para decir: 'cuanto más hundido estés, cuanto más cerca estés de la muerte, más cerca de ti estará Dios'. La Biblia permite otras interpretaciones, pero ésta es la que ha perdurado. Esto me ha obsesionado siempre, por eso la novela es un poco una crítica a esta idea.

-¿Logró escribir el libro que quería escribir?

-Tuve muchas dudas. Siempre se tiene la sensación de que uno se queda un poco por debajo de aquello a lo que aspiraba. Eso castiga mucho. Escribiendo la novela, entrevisté a Juan Gelman y me dijo que no me preocupara, que en el momento en que escribiera algo que me dejara completamente satisfecho, había llegado el momento de dejarlo. Eso me redimió (risas).

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