Crítica de Música

Burbujas, melancolía y variaciones

Michel Legrand al piano, anoche durante su actuación en el Lope de Vega.

Michel Legrand al piano, anoche durante su actuación en el Lope de Vega. / antonio pizarro

Como contaba ayer Carlos Colón, Michel Legrand siempre fue una deuda pendiente de los Encuentros de Música de Cine, un deseo constante que, por una causa o por otra, nunca llegó a fraguarse en concierto en cualquiera de los formatos (trío, big band, piano, al frente de una orquesta sinfónica) con los que el compositor parisino ha presentado su música en directo a lo largo de los años.

Extinguidos aquellos estupendos encuentros hace ya más de una década, Legrand regresa al Lope de Vega que los viera nacer en los ochenta no sólo para compensar una deuda (suya con Sevilla y nuestra con él), sino para hacerlo cuando su figura es reconocida ya sin etiquetas como la de uno de los mejores creadores de canciones y melodías del siglo XX, muchas de ellas compuestas para el cine, un songwriter moderno que ha sabido integrar su carencia de prejuicios y jerarquías entre la música culta y la música popular, entre la clásica, el jazz, el pop o el rock de los 50 y 60, en unas formas tan ricas y sofisticadas como proclives a una emoción inmediata.

A sus 85 años, con los dedos aún muy ágiles y un frágil hilillo de voz que nos hizo sufrir más de la cuenta en un par de temas (entre ellos el primero que compuso allá por 1956, La valse des lilas), acompañado de Pierre Boussaguet al bajo y François Laizeau a la batería, Legrand desliza sus manos por el teclado con una suavidad y una ligereza apabullantes (él mismo acaba de grabar su exigente concierto para piano y orquesta como solista), buscando y quebrando los acordes, armonías y temas más recordados de Verano del 42, The happy ending (What are you doing the rest of your life?), Las señoritas de Rochefort (You must relieve in spring) o Yentl (a los bises), haciendo de médium de sus más admirados pianistas (Art Tatum, Duke Ellington, Thelonious Monk, Jerry Lee Lewis, Oscar Peterson o Count Basie), deconstruyendo en clave jazz la fuga barroca (Family Fugue), recordando a Ray Charles (Ray blues) o Miles Davis (Dingo) a través de un blues y un rock'n'roll o convirtiendo su memorable y emocionante tema central de Los paraguas de Cherburgo en un ligero, divertido y didáctico recorrido rítmico por la bossa nova, el tango, el ragtime o el can-can.

Un concierto autohomenaje en versión medley de grandes éxitos que tal vez disfrutamos más desde la nostalgia y la mitomanía que desde las propias prestaciones musicales y en el que, ay, nos quedamos con ganas de oír, en la variación que fuera, The windmills of your mind.

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