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Cultura

Clase de experimentos terrenales

Estamos muy contentos con estos conciertos a los que asistimos últimamente en el Teatro Central. No hace muchas fechas disfrutamos intensamente del concierto a cargo de la Electric Masada de John Zorn, y ahora, este regalo, esta nueva aventura de Fred Frith, otro de los iconos de la vanguardia musical desde hace varias décadas.

El multiinstrumentista, compositor y mejor persona Fred Frith reinventa su estética renovando la piel de una forma ejemplar y original.

En el Cosa Brava Quartet, Frith se arropa con Zeena Parkins -ex compañera en proyectos anteriores como Skeleton Crew y otros- a los teclados, acordeón y voz, siempre insuflando espíritu innovador y sutiles contrapuntos, catalizando todos los movimientos del cuarteto con maestría; con la enérgica voz de cálidas escalas de Carla Kihlstedt, mucho más impresionante en la ejecución del violín eléctrico; y de las percusiones, voz y sobre todo batería de Matthias Bossi, en una labor de contención y perfecto acoplamiento a esas pautas composicionales tan particulares y enérgicamente inteligentes de Frith.

En I don't believe in you, Kihlstedt introduce una letra rebosante de nostalgia, para luego configurarse en un tema entre la armonía clásica y la distorsión no estruendosa. El fraseo intrincado de composiciones perfectamente conformadas -normalmente con algún hueco para la improvisación- podía recordar en ocasiones al sonido Canterbury y a los legendarios Henry Cow, primera y seminal banda de Fred.

En Road Movie Cosa Brava hace un guiño sin reparos al legendario trío Skeleton Crew, de una forma sensible pero potente, con una violinista entregada al ritmo imprimido por un bajo serio y contundente y una batería contemporánea llena de matices y colores.

Otras piezas especialmente reseñables del concierto fueron Falling Up, Falling Down, con oscilaciones sonoras y experimentos vocales, o Market day, con un carácter festivo y fresco, donde Frith hace fácil lo difícil, haciendo entender -no solo con su música, sino también con su generosa simpatía- toda una carga creativa plagada de referencias e influencias bajo un sello personal e intransferible.

Hubo incluso momentos para la distensión, para la broma de sana factura, haciendo referencias chistosas sobre Anton Webern o sobre las supuestas estructuras compositivas o modales que simplemente derivaban en especies de gags musicales a cargo de unos alumnos algo díscolos a las órdenes de este gran maestro de la improvisación que es Fred Frith.

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