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el salto de Darwin | Crítica de teatro

Si Darwin levantara la cabeza

Goizalde Núñez y Jorge Usón en 'El salto de Darwin'

Goizalde Núñez y Jorge Usón en 'El salto de Darwin' / Esmeralda Martín

“En El salto de Darwin (el autor, Sergio Blanco) viene a alertarnos de que la condición humana puede en cualquier instante regresar como especie a un estado animal”. Este es el texto impreso en el folleto de mano de la obra dirigida por  Natalia Menéndez. Para mi desgracia no he conseguido ver en esta obra de factura impecable, de interpretaciones maravillosas, de espectacular escenografía (de Mónica Boromello) y de magnífica iluminación (de Juan Gómez-Cornejo), como decía, no he sido capaz de observar ese terrible cambio en el comportamiento humano que nos degrade hasta volvernos animales.

Una familia, madre, padre, hija y novio de la hija viajan hacia los glaciares argentinos para esparcir las cenizas de su hijo muerto por los ingleses en la guerra de las Malvinas.

Excelentes trabajos interpretativos en esta obra dirigida por Natalia Menéndez

El espectro del hijo nos acompañará entonando canciones de los 80 y una simpática angloparlante Kassandra, supuesta novia del fallecido y en plena transición de género, aparece también para unirse a los viajeros.

No consigo ver nada extraño, salvo los típicos desencuentros entre matrimonios de mucho tiempo y en pleno duelo ante la muerte de su vástago. Y, de pronto, Kassandra, como el ángel de Teorema de Pasolini entra en acción en una suerte extraña de comportamientos sin aparente lógica. Todo se convierte en un simbolismo de la muerte donde se quiere ver más de lo se nos cuenta. Lo dicho, o Natalia no se ha explicado bien o yo no me he enterado de nada.

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