Cultura

Delirantes, ardientes fantasías

Femàs'14. Accademia del Piacere: Fahmi Alqhai, Rami Alqhai y Johanna Rose, violas da gamba; Enrique Solinís, tiorba y guitarra barroca; Javier Núñez, órgano y clave; David Rodríguez 'Chupete', percusión; Juan Ramón Lara, violone. Director: Fahmi Alqhai. Lugar: Sala Joaquín Turina del Centro Cultural Cajasol. Fecha: Lunes 7 de abril. Aforo: Lleno.

Colosal. Asistí al concierto de la Accademia del Piacere lamentando la indisposición de la soprano Mariví Blasco que obligó al conjunto a cambiar un programa de gran originalidad, compuesto a partir de un repertorio muy difícil de escuchar hoy, por las fantasías y las glosas sobre ostinati que tan de moda están y tan habituados estamos ya a escuchar.

Iba pues con cierta prevención, decepcionado por pasar de una experiencia que yo estimaba habría de ser singular a otra que ofrecería, una vez más, lo de siempre, pero Fahmi Alqhai y su grupo me convencieron de que lode siempre puede ser distinto cada vez. Desde el tono sombrío y hondo de la Sinfonía grave de Salomone Rossi que abrió el espectáculo a la vuelta, fuera ya de programa, sobre una chacona que resultó absolutamente diferente a la del principio, el conjunto sevillano hizo una demostración de vitalidad, vigor, fuerza expresiva, ardor, originalidad, elegancia y pasión por su trabajo.

El programa se apoyaba, sí, en los tradicionales esquemas melódico-armónicos italianos y españoles de los siglos XVI y XVII sobre los que variar: chacona, pasacalles, pavana, vacas, jácaras, folías, marionas, canarios... pero cualquier parecido con lo que hoy hacen otros grupos con este material es justamente eso y solo eso, parecido. Partiendo de la libertad con la que Fahmi Alqhai concibe los procedimientos de glosa, el grupo se lanzó a un deslumbrante ejercicio de fantasía, lleno de contrastes de todo tipo, color, profundidad (bellísima la Sonata V de Rossi tocada con las violas) y un sentido de las proporciones y del ritmo que por momentos fue casi delirante (Vacas, Folías, Canarios). Mandó la viola de Fahmi, que rugió vibrante, poderosa, y se apaciguó en matices delicadísimos, y a su lado la magia virtuosa de Solinís con la tiorba y la guitarra, pero la compañía no desmereció nunca. Colosal.

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