Nacho Gómez clona su compañía Teatro Exiguo en Mundobobo. Con esta nueva formación pretende separarse de la voluntad de crítica social que tenían sus dos últimas obras, La rendición de Brenda (tres nominaciones en los Premios Lorca) y Las ratas.

Gómez se siente bien con los tríos en la interpretación. El de Extra de choco está formado, además de él mismo, por Gina Escánez y Néstor Barea. Inspirado en los hermanos Marx, pretende buscar la comedia por la comedia. El planteamiento, a priori, es acertado. Un gimnasio moderno al que se apunta nuestra pareja (Escánez y Barea) para mejorar su imagen física pero, sobre todo, para ensanchar su círculo de amistades.

Se busca la caricatura desde el primer segundo, el vestuario y la caracterización no dejan lugar a dudas. Nacho Gómez va trasmutándose en sucesivos personajes que pueblan el variopinto gimnasio donde todo es absurdo. Hay desesperación por hacer reír usando lo que mejor se le da a su autor, los juegos de palabras. Algunos demasiado forzados y, en muchos casos, convertidos en puros chistes en lugar de juegos literarios.

El autor abandona la posibilidad de contar una historia y se echa en brazos de ‘sketches’ que buscan, como si fuera la televisión, conseguir la carcajada del espectador. Pero esta reiteración en la broma blanca acaba por hacer desaparecer la idea de obra de teatro posicionándose en un espectáculo humorístico con pocas pretensiones. Afortunadamente, el mismo Nacho Gómez, Gina Escánez y Nacho Barea salvan el vacío del texto y son ellos los que hacen, por momentos, interesante esta propuesta gracias a sus registros interpretativos. Los tres hermanos Gomarx se acaban convirtiendo en lo único interesante de Extra de choco.