La ciudad de Écija atesora la mayor concentración de arquitectura barroca de toda Andalucía, en especial en lo que a barroco civil se refiere, con una impresionante nómina de palacios a cada cual más sobresaliente. De ahí el que haya que alabar la iniciativa municipal de poner en valor para la ciudadanía estos espacios, mayormente de propiedad particular, por medio de un ciclo de conciertos veraniegos que aprovechan las maravillosas posibilidades de sus patios para estos eventos.Este año se cerró el ciclo con el recital de la soprano Cecilia Lavilla y el pianista Miguel Ituarte con un extenso y exigente programa que recogía una amplia y ambiciosa selección de la canción de concierto española de los dos últimos siglos.

Manuel García es como una marca de la casa, pues su madre fue de las primeras intérpretes en sacar a la luz sus canciones y su padre quien realizó los arreglos de algunas de ellas. De ahí la especial sintonía estilística de Cecilia Lavilla con estas piezas a las que supo otorgar toda la gracia y la picardía que exigen. Así, por ejemplo en Las nadadoras o en A la Lea, Lea, mientras que en Parad avecillas supo desplegar una maravillosa media voz y jugar con las dinámicas más sutiles, siempre con un acompañamiento de lujo en el piano de Ituarte, quien exhibió toda su capacidad de matización del sonido y del fraseo en La maja y el ruiseñor de Granados, así como su sentido del color en las tres Rimas de Bécquer con música de Turina.

Lavilla se plegó también al dramatismo jondo de Sierras de Granada y, sobre todo, en el Polo de Falla, atacado con un ayeo inicial realmente impactante. En las Canciones epigramáticas de Vives ambos intérpretes derrocharon sutileza y gracia en la forma de expresión, con especial relevancia en el caso de un Retrato de Isabela medido al detalle.