Tal y como requiere la ocasión, patriótica y solemne, Mark Isham (Leones por corderos) se pone serio para subrayar el tono elegíaco de la historia de Paul Haggis, con quien vuelve a colaborar tras el éxito de Crash. Se agradece la ausencia de la habitual trompeta marcial, sustituida aquí por el formato camerístico, los ecos de Barber y una pequeña aportación étnico-electrónica-ambiental a la moda.
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