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Cultura

Elogio del grito

  • El Ensemble Clément Janequin dedica un disco a rastrear el impacto de los pregoneros parisinos en la música francesa

Desde los oscuros tiempos medievales hasta la Primera Guerra Mundial, las calles de París fueron un hervidero diario de mercaderes que pregonaban a voz en grito las virtudes de sus productos. Agrupados en corporaciones de estricta reglamentación, estos pregoneros solían acompañarse de tambores, trompetas o cualesquier otros instrumentos lo suficientemente llamativos como para despertar la atención de sus potenciales clientes. El bullicio que su actividad generaba no pasó desapercibido a los principales representantes de la canción parisina del Renacimiento, singularmente a Clément Janequin, que dejó con Les Cris de Paris no sólo un esclarecedor testimonio de la vida cotidiana del París del siglo XVI, sino uno de los mayores éxitos del género hasta hoy.

Sólo otra canción renacentista dedicada al mismo tema ha sobrevivido: es la Fricasée des cris de Paris de Jean Servin, publicada en 1578, cincuenta años justos después de la de Janequin. Pero junto a ellas se ha conservado también el texto anónimo de una Chanson nouvelle de tous les cris de Paris, que se sabía era interpretado sobre la Volte de Provenza, por lo que Dominique Visse la ha reconstruido para este disco a partir de una canción de Claude Lejeune compuesta sobre una volte.

Hasta aquí el contenido del CD no presenta ninguna novedad reseñable respecto a lo que viene siendo la trayectoria del Ensemble Clément Janequin desde hace décadas, pero este trabajo ofrece algo distinto, pues junto al característico estilo onomatopéyico de las canciones parisinas del XVI, el grupo ofrece un recorrido por músicas vinculadas de uno u otro modo al oficio del gritador, que culmina con las obras de cuatro compositores vivos: Bruno Ducol (1949), Claude Ledoux (1960), Vincent Bouchot (1966) y Régis Campo (1968). Anteriores son las piezas de cinco músicos apenas conocidos hoy, y que vivieron entre finales del siglo XVIII y mediados de la pasada centuria: Alfred Roland, Jean Georges Kastner, Édouard Deransart, Alfred Lebeau y Vincent Scotto.

Temática y estilísticamente, las propuestas son muy variadas, desde la curiosa cantata-melólogo que Roland escribió para su coro de montañeros patrióticos (Le cri du Bagnérais) a la cabaretera Les Cris de la rue de Deransart o la muy originalmente construida Les Cris de Paris de Kastner, fragmento de una Gran sinfonía humorística para solistas, coro y orquesta. De las obras más recientes, Les Cris de Marseille de Campo siguen la senda de Janequin con un tono lúdico que roza lo desopilante cuando los aficionados del Olympique de Marsella y hasta las cigalas se suman al coro. Bouchot trae a su obra, escrita a ocho voces, a Proust; Ducol se pone dramático con su denuncia política en Le cri; mientras que Ledoux se sumerge en las intimidades virtuales con Le cri du blog. El grupo de Visse adapta con la habitual versatilidad y maestría su disposición a las diversas necesidades del repertorio, uniendo a un quinteto vocal hasta cuatro timbres instrumentales.

Ensemble Clément Janequin. Dominique Visse Harmonia Mundi

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