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Fly | Crítica de teatro

Perturbadora radiografía familiar

La familia de Tiziano Giglio al completo.

La familia de Tiziano Giglio al completo. / José López

Estrenada con gran aceptación en el pasado Festival de las Artes Escénicas de Sevilla, Fly, de la mano de Hermes Teatro, ha regresado al teatro TNT del que la compañía es residente.

En la línea del teatro de investigación, Fly no es una obra al uso. En primer lugar, porque, en medio de una enorme crisis de autores, Tiziano Giglio logra componer un fresco sugestivo y absolutamente actual, centrado en las disfuncionalidades de la familia, germen de toda sociedad.

Y lo logra de un modo casi matemático. Como sucede en algunas tragedias griegas -aunque tampoco falten guiños al teatro del absurdo-, el texto, hermoso y eficaz, sugiere algunos hechos que, al repetirse una y otra vez en diferentes bocas, irá añadiendo las teselas necesarias para aumentar las sospechas del espectador hasta completar el cuadro en la última escena.

Eba Rubio y Jerónimo Arenal en una escena de la pieza. Eba Rubio y Jerónimo Arenal en una escena de la pieza.

Eba Rubio y Jerónimo Arenal en una escena de la pieza. / Rafael Núñez Ollero

De forma paralela, los cuatro actores, los veteranos Jerónimo Arenal y Eba Rubio (los padres) y los más jóvenes Selu Fernández y Candela Quiroga (los dos hijos), con un gran trabajo coral, interpretan una partitura fundamentalmente física –adobada con alguna que otra canción- mediante la cual movilizan y transforman los elementos escenográficos, así como sus propios vestuarios, e introducen secuencias danzadas que potencian la carga metafórica de la acción.

Metáforas en cuyo centro se encuentra el vuelo de una mosca –de ahí su título, Fly-, atrapada sin salida, como los personajes, en un tarro de cristal.

Por otra parte, toda la pieza está repleta de felices hallazgos que podrían convertirla en una obra maestra si no fuera por un distanciamiento, por una fría perfección que, en ocasiones, y siempre a nuestro juicio, no logra trascender la matemática de la forma y de lo artificial para convertirse en un flujo orgánico capaz de emocionar.

Tampoco las luces ayudan demasiado, dejando que imágenes y fragmentos muy poderosos de texto pierdan parte de su magnetismo al quedar en la penumbra y sin un especial tratamiento de la voz. Nada que no puedan perfeccionar, si quieren, estos grandes profesionales.

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