En la tarde del pasado domingo, con otro lleno absoluto, la compañía de flamenco inclusivo de José Galán clausuraba en el TNT la tercera edición de Ético.
El bailaor sevillano lleva toda una vida dedicada al flamenco, tanto en la nómina de grandes compañías, como la de Sara Baras, como en la suya propia.
Pero junto con el flamenco, la pasión de José Galán es hacer que personas diferentes que, tan solo por serlo, tienen vedado el acceso a las artes, logren expresarse a través del baile.
De ahí la creación en 2010 de su compañía de flamenco inclusivo y su trabajo constante con esas personas que, a pesar de sus distintas capacidades, llevan el ritmo, especialmente el flamenco, en su ADN.
Gozo y llanto es un espectáculo dedicado a esas personas y protagonizado por ellas a partir de los talleres que el bailaor lleva varios años impartiendo.
A pesar de ello, también tiene ocasión el bailaor de lucir su arte, que es mucho, gracias a unos pocos números en solitario en los que no solo baila sino que, además, recita, interpreta, canta, toca las castañuelas y maneja una bonita falda de cola roja. Al igual que su compañera y colaboradora Carmen Caro, junto a él, la única profesional del espectáculo.
El resto del tiempo, José y Carmen acompañan, alientan y dirigen a otros cuatro intérpretes cuyas discapacidades les impiden igualarlos en precisión o en velocidad, pero que poseen muchas otras capacidades de expresión. Como las preciosas manos de Lola García Baquero, invidente y llena de flamencura en sus marcajes y de ansias de volar cuando despliega el mantón de Manila, con un Galán pegado a su espalda, o golpeando el suelo para guiarla con sus vibraciones.
Indescriptibles los pasos a dos entre los bailaores y los aprendices, como el de Carmen con Rocío Cuadrado, quien, a pesar de su discapacidad intelectual, defiende, sombrero en mano y con una gran dignidad, los pasos de un garrotín. O la estampa de época que componen, llenos de complicidad, Manuel Pérez, agarrándose los picos de la chaqueta y tocando las palmas a pesar de sus dificultades motoras, y Concha García, con sus ochenta años, su sordera, su delantal y una gracia fuera de lo común.
Con los nervios a flor de piel y la ilusión reflejada en el rostro, todos interpretan los temas flamencos y las coplas elegidas para ellos por Galán. Tampoco faltaron unas sevillanas para bailar en grupo, que fueron jaleadas constantemente por un público tan heterogéneo como entusiasta. Porque bailar es existir.
En marzo el TNT continuará sus actividades con el ciclo 'Ni una menos'. Una programación íntegramente femenina que incluye la vuelta a Sevilla de la premiada Madre Coraje de Atalaya.
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