the diary of a teenage girl. Comedia dramática, EEUU, 2015, 102 min. Dirección y guión: Marielle Heller. Fotografía: Brandon Trost. Música: Nate Heller. Intérpretes: Bel Powley, Alexander Skarsgård, Kristen Wiig, Christopher Meloni, Margarita Levieva, Madeleine Waters, Abby Wait.

En 2010 la dramaturga, actriz y directora escénica Marielle Heller convirtió el libro Diario de una adolescente en un monólogo teatral dirigido e interpretado por ella. Obra de referencia entre quienes rinden culto al universo underground del San Francisco pos-hippie y pre-punk de los 70, esta novela gráfica, publicada en 2002, recrea más o menos fielmente la poco convencional adolescencia de su autora (o, si se quiere, muy convencional en ciertos ambientes de la época), Phoebe Gloeckner, dibujante, novelista, historietista, pintora, novelista, profesora y supongo que algo más; porque esta mujer parece capaz de hacer todo lo que se le ponga por delante. Hasta sobrevivir a una adolescencia adornada por la precocidad sexual -se inició con el novio de su madre cuando tenía 15 años-, drogadicción en todas las modalidades de moda en la época, incansable promiscuidad sexual llevada al límite de una especia de prostitución gratuita y otras actividades que se creían emancipadoras, liberadoras, feministas, revolucionarias o lo que sea.

Tonta no es, desde luego, ni ella ni la directora que debuta llevando al cine su libro (versión que, por cierto, no ha gustado a su autora porque la encuentra blanda). Gloeckner se ha hecho una reputación mundial, ha ganado una fortuna y disfruta de reconocimientos académicos. Heller ha triunfado con esta primera película que, tras ser presentada con éxito en el festival de cine independiente de Sundance, fue comprada por Sony para su distribución por la sustanciosa cantidad de dos millones de dólares. La contracultura ha sido casi desde sus inicios un muy buen negocio. Todo es mercado.

La película ha sido aplaudida por toda la crítica, ha hecho una buena taquilla, se ha convertido -como el libro en el que se basa- en una obra de culto para los actuales jóvenes americanos y ha recibido premios internacionales. ¿Lo merece? Sí y no. Sí, sobre todo, por sus interpretaciones directas, vitales, dotadas de una convincente apariencia de sinceridad. Sobre todo en el caso de la joven Bel Powley que, gracias a su muy buen trabajo, ha saltado del casi anonimato de una secundaria a la fama internacional. Alexander Skarsgård (el amante de la chica y novio de la madre) y Kristen Wiig (la madre) están igualmente bien, aunque por debajo de Powley tanto por su brillante interpretación como por la centralidad absoluta de su personaje (la película está narrada en primera persona, cambiándose la escritura de un diario por su grabación: no son tiempos para truffaunianos recreos en la escritura).

La dirección de Heller es brillante y leve. Los toques de realismo mágico vía inclusión de dibujos animados, por fidelidad al texto original, aportan originalidad y homenajean a los ídolos del cómic underground de la época como la pareja Robert Crumb y Aline Kominsky. Una película ideal para nostálgicos de los 70 o para quienes sin haberlos vivido los idealizan.