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Música clásica

Impresiones místicas

  • La pianista Marie-Luise Hinrichs adapta para su instrumento la obra vocal de la mística medieval Hildegarda de Bingen

Hildegarda de Bingen (1098-1179) es una de las personalidades femeninas más subyugantes de la Edad Media. Nacida en una familia noble, ingresó en un monasterio con sólo 14 años, convirtiéndose a los 38 en su abadesa. Poco después, Hildegarda comenzó a escribir sus supuestas visiones. El primer resultado de su tarea literaria fue el Scivias (Conoce los caminos), tratado teológico exquisitamente ilustrado que incluía una especie de auto sacramental formado por catorce canciones, de donde saldría el Ordo virtutum, su más impactante obra musical.

Después, la monja se dedicó a fundar otros conventos, a predicar por Alemania contra el catarismo y a continuar con su tarea intelectual, que incluyó la escritura de obras sobre moral, física, medicina o cosmología. En el terreno musical, dejó una colección de 78 piezas agrupadas en Symphonia armonie celestium revelationum (Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestiales), un volumen que incluía 43 antífonas, 18 responsorios, 4 himnos, 7 secuencias, 2 sinfonías, un aleluya, un kyrie, una pieza libre y un oratorio.

Aunque la música de Hildegarda está bien representada en la fonografía, la pianista alemana Marie-Luise Hinrichs se ha acercado a ella con un CD que rompe tabúes y fronteras. Hinrichs confiesa la fascinación que le produjo tanto la lectura de las obras de la abadesa de Rupertsberg como el encuentro con su música, a la que atribuye "virtudes curativas", y ello porque se trata de una música que "fluye absolutamente libre y natural /.../, [que] engloba el cosmos entero, una música que parece un eco del cosmos, del cielo y de las estrellas aquí en nuestro planeta".

Esta visión holística de Hildegarda encaja a la perfección en la obra del armenio George Gurdjeff (1872-1949), el fundador del Instituto para el Desarrollo Armonioso del Ser Humano y autor en los años 20 del siglo pasado, y con la ayuda de su amigo Thomas de Hartmann, de una serie de obras para piano que pretendían atrapar en sonidos el mundo, más espiritual que físico, que conoció en sus viajes por Oriente. Es uniendo a la mística alemana con el teósofo armenio como Hinrichs ha creado este disco singular. Más allá del mito y la pseudociencia que impregna esta filosofía claramente afín al mundo de la new age, queda un trabajo musical portentoso. Hinrichs ha conseguido con sus adaptaciones pianísticas trascender las coordenadas temporales de esta música, creando un universo coherente y autosuficiente en el que la monodia original y el carácter estático (y extático) del repertorio se transfigura merced a la variedad de recursos puestos en juego. No es sólo la variedad de la pulsación, lograda mediante técnicas en algún caso heterodoxas, que aportan insólitos detalles de color, sino también el tratamiento matizadísimo del fraseo, de las dinámicas, el juego con los silencios, lo que convierten a este trabajo en una original aportación al interminable debate sobre la autenticidad musical.

Marie-Luise Hinrichs, piano Raumklang (Diverdi)

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