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Javier Camarena | Crítica

Un tenor fuera del teatro

Javier Camarena cancelando el Tío Pepe Festival en el Patio de la Tonelería de Jerez.

Javier Camarena cancelando el Tío Pepe Festival en el Patio de la Tonelería de Jerez. / Miguel Ángel Castaño

Un festival popular, pero tan variopinto como el jerezano, cerró este año con una de las grandes figuras de los teatros operísticos internacionales, el tenor mexicano Javier Camarena (Xalapa, 1976), hombre de una carrera solidísima en torno a los papeles italianos y franceses de lírico-ligero con una lenta apertura hacia los más líricos, y de ello no se sale ni en este tipo de recitales, de un carácter menos formal que sus actuaciones teatrales. Fernando de La favorita (en italiano), Oronte de I Lombardi y los dos grandes personajes massenetianos, Werther y Des Grieux, fueron los roles operísticos que programó para este recital.

Destacaron en el cantante mexicano la extraordinaria técnica de emisión, el fiato interminable en el que apoya su fraseo y una calidez tímbrica que le permite producir sonidos dulces, redondos, pero no le impide recurrir al metal de los agudos, que pueden ser penetrantes, en los momentos de mayor exaltación. Así, si su “Fuyez douce image” de Manon resultó por completo conmovedora, para el “Spirto gentil” de La favorita supo encontrar un tono dramático magníficamente dosificado y construyó el aria de I lombardi a partir de los acentos de bravura marcial que pide la página. Punto álgido de la segunda parte fue su única incursión zarzuelística, un “No puede ser” de una intensificación expresiva formidable, enriquecida por pequeños matices de fraseo.

Tuvo en contra una amplificación pensada sin duda para otro tipo de espectáculos, lo que afectó también a la modesta (en efectivos) orquesta malagueña, de miembros muy jóvenes, que, siguiendo a la batuta apasionada de López Antón, acompañó con aceptable decoro y cargó con casi media velada en piezas puramente orquestales, las oberturas de Anna Bolena y Vísperas sicilianas, el preludio de La revoltosa y el Intermedio de La boda de Luis Alonso de Giménez.

En su parte final, Camarena llevó el recital al ámbito de la canción popular. Empezó con Tres palabras, el conocidísimo bolero del cubano Osvaldo Farrés, y siguió con dos popurrís, uno de valses latinoamericanos y otro dedicado a José José, cantante mexicano fallecido en 2019. La nitidez y la franqueza de una emisión más natural dieron a su desempeño un toque cercano, pero también más convencional. Más allá de su valor musical, este repertorio tiene un componente sentimental, muy subjetivo, vinculado a determinadas voces, cuyo recuerdo no siempre logra el oyente eludir: así en las propinas, me resultó más convincente el Perfume de gardenias que un Contigo en la distancia distinguido, sí, pero, que me perdonen los flamencos, sin pellizco.

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