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Cultura

Maestros andaluces del arte en libertad

  • La Consejería de Cultura entregó en el Teatro Central sus premios bienales

La Consejería de Cultura entregó ayer en el Teatro de Central sus premios bienales, dotados con 30.000 euros cada uno, a ocho exponentes andaluces del valor de la libertad y la tradición. Un día después de la entrega de los premios Goya en el Teatro Real de Madrid, se reeditaron en Sevilla los discursos de agradecimiento y las fotos de familia en un acto trufado de nostalgia donde se revisaron algunos de los períodos que han conformado la cultura andaluz que hoy conocemos. Una de las intervenciones más carismáticas y aplaudidas fue la del guitarrista Manolo Sanlúcar, que agradeció que su Premio Pastora Pavón Niña de los Peines llevara el nombre "de mi madrina artística, la que me inició en los secretos del arte flamenco cuando tenía 13 años". El maestro gaditano dedicó el galardón a la memoria de su hijo, a su esposa y a su hermano, el artista y productor Isidro Muñoz.

La literatura estuvo presente con los jóvenes poetas Daniel Rodríguez Moya y Fernando Valverde, Premio Patrocinio y Mecenazgo, que recordaron "aquella servilleta de papel" emborronada en una cafetería de Granada donde anotaron lo que entonces era un sueño y hoy es el Festival Internacional de Poesía Ciudad de Granada. El escritor jiennense Antonio Muñoz Molina estuvo representado por sus hijos Antonio y Elena Muñoz Vico, quienes excusaron la ausencia del autor de El jinete polaco "pues pasa parte del año en Estados Unidos", donde según cuenta en su bitácora imparte ahora un curso de relato corto sobre Flannery O´Connor.

El galardón que lleva el nombre de Pablo Ruiz Picasso propició los momentos más hilarantes de una gala por lo demás bastante ajustada al guión. El dibujante sevillano Nazario, que dedicó su premio a, entre otros, sus personajes Purita, Anarcoma y Alí Babá y los cuarenta maricones, subrayó que "el cómic tiene para mí tanto mérito como el cine y el teatro" y que "este premio de la Junta me permite además pasar por encima de otras historias". "Olvidar, en fin, aquel día en que le quitaron mi nombre a la Casa de la Cultura de mi pueblo [Castilleja del Campo] para ponérselo a un alcalde, porque ése había sido el máximo reconocimiento que había tenido hasta entonces en Sevilla, mi tierra [Nazario Luque Vera reside desde hace años en Barcelona]. Recuerdo que hasta les regalé cuatro obras enmarcadas, de las que nunca más se supo".

Otra andaluza afincada en Cataluña, la investigadora granadina Antonina Rodrigo, agradeció que la dotación del premio -fue la única que se refirió a ello- le permitirá "seguir trabajando sosegadamente un tiempo" en sus investigaciones, centradas en las mujeres del exilio republicano, y reivindicó un lugar destacado para Mariana Pineda, "el equivalente andaluz a Juana de Arco".

Y si, como afirmaba Nazario, en la víspera "no quedó nadie, ni madre, ni abuela, a la que agradecer y dedicar los Premios Goya", en el Teatro Central la dedicatoria más cariñosa la pronunció Víctor Pérez Escolano. El arquitecto, que recogió el Andrés de Vandelvira por su contribución a la protección del patrimonio artístico, no sólo alabó "el dominio técnico y la capacidad creadora del autor de la Catedral de Jaén" que da nombre a su premio, sino que realizó una luminosa confesión personal al dedicar su premio a su esposa: "Gracias, Amparo [Rubiales]. Qué grato es el trabajo cuando la vida privada goza de armonía".

El actor y director José Luis Gómez, de origen onubense y formado en Alemania y Francia, resaltó al recoger el Premio José Val del Omar su "obsesiva pasión por aprender", que el también creador del Teatro de la Abadía ha intentado inocular a los más jóvenes. "Los discípulos de verdad siempre encuentran a sus maestros. De ellos y de su pasión es el mérito", concluyó este hombre de escena que llevó su intervención escrita en el teléfono móvil.

Los últimos en recoger su galardón fueron Ventura Rico y Pedro Gandía, fundador y director respectivamente de la Orquesta Barroca de Sevilla (OBS), que calificaron de "pequeño cofre de monedas de oro" las partituras conservadas en los archivos de las catedrales andaluzas, "un tesoro que estamos obligados a poner en valor" y cuya labor de recuperación ha hecho a esta formación merecedora del Premio Manuel de Falla. Ventura Rico tuvo cálidas palabras para las instituciones y colectivos que les han apoyado desde sus inicios, a los que acaba de sumarse la Fundación Lara. Agradecimientos que hizo extensivos al fundador de la OBS, el violinista Barry Sargent, a los medios de comunicación andaluces, entre ellos Diario de Sevilla, a la entusiasta Asociación de Amigos de la OBS y, por extensión, al público que les acompaña desde hace ya 16 años. Su alegría se contagió al patio de butacas cuando Guillermo Peñalver y un conjunto de cámara de la OBS interpretaron a Bach, antes de la obligada foto de familia junto al consejero de Cultura, Paulino Plata.

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