Marta Sanz ganó ayer el trigésimo tercer Premio Herralde de Novela con Farándula, una obra, explicaba ayer la escritora, que "sale de hilos sueltos que quedaron en otras novelas, y en este caso el hilo suelto proviene de Daniela Astor y la caja negra, donde ya se veía ese interés entre frívolo y político por el mundo del espectáculo, de las imágenes".

En la novela, Sanz (Madrid, 1967) narra la vida de Valeria Falcón, una actriz de cierta notoriedad que cada jueves visita a una vieja gloria del teatro, Ana Urrutia, quien padece el síndrome de Diógenes y no tiene donde caerse muerta; el ocaso de esta mujer se solapa con la eclosión de la joven actriz Natalia de Miguel y con las andanzas de un cínico crítico teatral, Lorenzo Lucas, y de un veterano actor, Daniel Valls, que vive dividido entre su boyante estatus económico y sus ansias de compromiso político... Todos ellos conforman una madeja en la que un ictus, el montaje teatral de la obra Eva al desnudo y la firma de un manifiesto actuarán como desencadenantes de la trama de una novela, dice Sanz, en la que aparecen "actores muy reconocibles, pero ninguno identificable".

"Hay sagas familiares de actores, las grandes divas, las actrices de televisión que se ganan la vida haciendo una serie pero que a veces tienen que dar clases en una escuela, jóvenes actores que comienzan y que sirven copas por la noche, un actor que no quiere saber nada de política y el actor que está siempre firmando manifiestos", explica la escritora, que de esta forma ha querido reflejar cómo "el interés por esa supuesta banalidad comienza a formar parte de nuestra sentimentalidad y de nuestra manera de ver el mundo".

La autora establece conexiones de esta Farándula no sólo con Daniela Astor... sino también con otras novelas suyas anteriores como Animales domésticos o Susana y los viejos, por lo que tiene "de satírica, de polifónica, de exagerada, en el punto de vista estilístico y en el uso de la risa como forma de expresión de la indignación".

Dice la escritora que ha intentado escribir una novela "borde y divertida" en la que los actores ejercen de "oxímoron", pues "son un icono de nuestra sociedad en los que se juntan la máxima adoración y el odio más gratuito, que a veces se confunde con la libertad de expresión".

El jurado del premio -compuesto por Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas, Marcos Giralt Torrente, Vicente Molina Foix y el propio editor de Anagrama, Jorge Herralde- declaró finalista a Miguel Ángel Hernández por El instante de peligro, su segunda novela, "más ambiciosa literariamente y más comprometida personalmente que la primera", señaló el autor (Murcia, 1977) en referencia a Intento de escapada. "Podría verse en esta nueva novela el reverso de aquella, que era una novela sobre la decepción, mientras que ésta es un reencantamiento con el arte", explicó Hernández, quien de hecho es profesor de esta materia en la Universidad de Murcia.