Cultura

Méndez Esparza saca oro de sus actores en 'La vida y nada más'

  • El cineasta opta a la Concha de Oro con este relato del día a día de una madre soltera afroamericana

Antonio Méndez Esparza con Regina Williams y su hijo Robert ayer en el Festival de San Sebastián.

Antonio Méndez Esparza con Regina Williams y su hijo Robert ayer en el Festival de San Sebastián. / juan herrero / efe

El cineasta Antonio Méndez Esparza confesó que La vida y nada más partió de una "partícula elemental", que fue su idea de contar el día a día de una madre soltera y trabajadora en EEUU, y que la mujer afroamericana que eligió para protagonizarla le dio "todo lo demás". "No sé cómo definir a los actores de mi película porque no son profesionales pero abrazan la idea de actuar, incluso el diálogo, que es todo inventado por ellos. Conversaban, algo que no siempre va unido al trabajo del actor en una cinta", explicó el director con motivo de su participación ayer en el Festival de Cine de San Sebastián.

Esparza, que vive y trabaja en EEUU -es profesor de la Florida State University- afirmó que "tuvo" que hacer la película a raíz de un "inexplicable arrebato". "Tenía una especie de obsesión por la idea de la mujer soltera que mantiene una familia y eso me llevó a una trabajadora, con varios niños, y sus dificultades para llegar a final de mes, o sea, a una mujer afroamericana". De modo que la película fue creciendo según el director iba sabiendo "más cosas de ese mundo", pero nunca "mucho", dijo, porque prefirió no contaminarse. Así, La vida y nada más sigue a Regina (Regina Williams) desde el juzgado donde su hijo (auténtico), Robert, de 14 años, responde por haber robado un coche. La cámara la muestra en su trabajo en una cafetería, horas interminables que dejan a su niña de tres años al cuidado del mayor, la ilusión por un nuevo novio y la ruptura de la relación y, ante todo, la dignísima lucha de esta mujer por educar a sus hijos "como es debido". Porque el chaval, como muchos adolescentes, no siempre se rodea de las mejores amistades.

Lo más complicado fue hacer el cásting, que le llevó casi un año y medio, pero porque "era fundamental": en esas pruebas, fue creando la historia y enriqueciéndola con las cosas que oía. Rodada en orden cronológico, los actores iban tomando posesión de la película; solo hubo un momento, al final de la película, en el que a Regina las lágrimas le inundan la cara, pero "ella no sabía cómo hacerlo y repetimos hasta 25 veces. Cuando le dije que lo dejábamos, lo interiorizó y salió maravilloso". Por cosas como esa, la película rezuma realidad y su protagonista tiene muchas opciones a llevarse un premio en San Sebastián donde la cinta -que llegará a las salas españolas el 1 de diciembre- compite por la Concha de Oro.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios