Hace tiempo que Monica Bellucci dejó claro que era mucho más que un cuerpo y un rostro explosivos. Con una carrera dividida entre taquillazos y cine de autor, la ex modelo ha sabido huir de los clichés. Ayer, el Festival de San Sebastián lo reconoció rindiéndole homenaje y entregándole el tercer Premio Donostia de esta edición.

"La belleza dura cinco minutos. Cuando eres guapa llamas la atención de la gente pero, si no hay nada más, dejas de interesar", dijo la italiana, de 53 años, y que en el cuarto de siglo que lleva trabajando en el cine ha sido chica Bond en Spectre y ha particidado en superproducciones como Matrix Reloaded o La pasión de Cristo sin olvidar el cine más personal, como el de Isabel Coixet (con la que rodó A los que aman) o el de Emir Kusturica (En la vía láctea). "Conmovida y honrada" por el Premio Donostia, que en el pasado recibieron actrices como Meryl Streep o Lauren Bacall, Bellucci afirmó que vive su oficio como una "experiencia personal" y una oportunidad para conocerse mejor. De Malèna, la película que rodó con Giuseppe Tornatore y que ayer se proyectó a modo de homenaje, tiene un "recuerdo muy bonito", pues dio la vuelta al mundo y le dio la oportunidad de trabajar en otros países. En cualquier caso, remató, por muchas alfombras rojas que se pisen, "la única persona en el mundo que puede hacerte sentir una estrella es tu madre".

La estrella italiana eclipsó al resto de los protagonistas de la jornada, aunque ésta deparó otros momentos de interés. Por ejemplo, el estreno de Morir, la nueva película del sevillano Fernando Franco, que tras ganar el Goya a la dirección novel por La herida, vuelve a trabajar con su protagonista, Marian Álvarez, que se enfrenta en la ficción a una nueva experiencia tortuosa: la enfermedad irreversible de su pareja.