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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Crítica de Flamenco

Montaña de sensaciones

saxoleá. Saxos y ney: Gautama del Campo. Guitarra flamenca y cante: Ezequiel Reina. Cantrabajo: Juanmi Guzmán. Percusión: Isidro Suárez. Lugar: Reales Alcázares. Fecha: 4 de septiembre. Aforo: Lleno.

Cuando José Manuel Gamboa sugirió al Festival de las Minas la creación del Premio El Filón, único en su género, al mejor instrumentista flamenco, su intención era normalizar una situación de facto. La situación era que percusionistas, flautistas, pianistas, violinistas flamencos, etc. no tenían un galardón que reconociera su labor. Desde su instauración El Filón ha premiado a no pocos virtuosos flamencos. Pero ha tenido una curiosa e inesperada consecuencia. Muchos instrumentistas de otros géneros se han acercado al flamenco atraídos por el premio. Es el caso de Gautama del Campo, saxofonista sevillano de jazz que ha creado un auténtico repertorio jondo a raíz de su obtención del mencionado galardón.

Lo bueno de este músico es que pone las cartas boca arriba. Reconoce sus fuentes, sus maestros, algo no tan habitual en el mundo de lo jondo. Del Campo sigue al pie de la letra a Antonio Mairena o al Arenero en sus soleares trianeras. Para la levantica el referente es Encarnación Fernández. Por tangos sigue las melodías del Cerro de Granada, etc. Eso sí, en la levantica, después de hacer tres variaciones sobre la melodía principal, se interna por otros caminos melódicos que lo llevan al ámbito de la balada. Y en los tangos de Granada mezcla la polirritmia de los tanguillos e, incluso, la melodía de la seguiriya. Tangos de marchamo latino, tanguillos y bulerías completaron una actuación que se abrió con una taranta. Los estilos levantinos suenan muy reconocibles en el saxo de este intérprete, aunque pierden algunos matices, esos medios tonos tan característicos, ganando otros ámbitos melódicos. El saxo de Del Campo es elocuente, resuelto, seguro, y busca siempre los límites de la expresión. Echamos de menos, eso sí, algo de serenidad, algún valle entre tanta cordillera.

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