El caso de A5 Vocal Ensemble se erige como un hecho insólito en el panorama coral de Sevilla al tratarse de un quinteto vocal estable dedicado casi en exclusiva a interpretar los libros de madrigales de Monteverdi. Año tras año viene dedicando su interés y su esfuerzo a preparar las colecciones del genio de Cremona, llegando en esta ocasión al sexto libro, una publicación aparecida en 1614 que recoge tanto madrigales en estilo tradicional (si bien llevados a su máxima capacidad expresiva) como lamentos en estilo represantivo de gran audacia narrativa que parecen estar pidiendo a voces (a cinco voces) la dimensión escénica y que llevan la retórica madrigalística a su máximo nivel de tensión.

El hecho de llevar años trabajando este repertorio con una formación estable hace de este conjunto vocal algo especial en Sevilla, ya que le permite una sintonía sin igual con este universo expesivo sustentada por un sólido trabajo de conjunto mantenido a lo largo de los años. Y ello se manifiesta en un alto grado de calidad del sonido global, en un empaste más que notable. Sostenido por la contundente voz de bajo de Alejandro Ramírez, se aprecia la igualdad colectiva en materia de emisión, articulación y fraseo, algo esencial en este repertorio en el que la retórica barroca de los afectos alcanza su máxima expresión.

Fue una apuesta arriesgada abrir el recital, en frío, con el Lamento de Arianna, al que faltó una mayor acentuación y una mayor incisividad en los cromatismos. Aspecto éste que, sin embargo, brilló en las versiones posteriores de Zefiro torna y, sobre todo, en la Sestina, pieza cumbre en la que el grupo mostró su control de las dinámicas mediante regulaciones extraordinarias por debajo del piano y una gran atención a los acentos. Estupenda la precipirada superposición imitativa de voces en Batto qui y los contrastes Guerra/pace en Presso a un fiume tranquilo.