voluntariado

Música para la integración social

  • Arcángel y Dani de Morón ilustran los estilos flamencos en el Aula de Cultura de Sevilla I horas después de que la Sinfónica de Sevilla ofreciera un concierto a los internos

Arcángel se ha cambiado los zapatos de lona con los que ha conducido desde Huelva por otros lustrosos, nuevos, impecables. Dani llega de Morón portando una de sus mejores guitarras. Hace un sol de justicia a las cinco de la tarde en el aparcamiento del centro penitenciario Sevilla I. Pero ellos dos no tienen reparos en acicalarse como si fueran a actuar en el Teatro de la Maestranza. El respeto al público, la promesa hecha a la Bienal, la convicción de que la cultura es una llave que puede abrir puertas que parecen infranqueables... Todo eso está en el ánimo de estos dos artistas que, sin aspavientos y con total generosidad, van a ofrecer una charla y un recital ante unos 70 internos del Aula de Cultura que, desde 2001, la ONG Solidarios para el Desarrollo promueve en esta prisión a la que sus voluntarios acuden una vez por semana.

"Muy pocos teatros podrían presumir de un cartel como éste", le dirá Arcángel al inquieto auditorio que se arracima bajo los ventiladores de techo del acalorado salón de actos del módulo de Preventivos. Horas antes, en el pabellón deportivo del mismo centro penitenciario, en colaboración con Juan Reguera y la obra social de La Caixa, la Sinfónica de Sevilla ha ofrecido un concierto didáctico ante 500 internos. En sus atriles, la suite del ballet Pulcinella de Stravinski.

Desde 2001 la ONG Solidarios para el Desarrollo promueve aquí el Aula de Cultura

"Uno hace el bien cuando manda un mensaje positivo a estas personas que están viviendo una situación complicada pero también ese mensaje debe ser muy claro pues no están aquí por el capricho de nadie. Y por eso el mensaje de las personas que hacemos música, ya sea clásica o flamenca, como en este caso, es que la sociedad les brinda una nueva oportunidad y que han de aferrarse a ella para olvidar esta amarga experiencia. Más allá, me he sentido feliz de escucharles y poder enseñarles que una carrera es el cúmulo de muchas horas de trabajo, honestidad y rigor", valora Arcángel a la salida del centro ante el oído atento de Marisa Vázquez, delegada en Sevilla de Solidarios, y de María Candau, otra de las dadivosas voluntarias que ha hecho posible este encuentro entre dos mundos.

Porque algo inolvidable, íntimo y especial, tanto para los que se quedan como para los que se van, ha sucedido entre esos muros, entre estrictas medidas de seguridad que han hecho imposible que ninguna cámara o grabadora registre una de las actuaciones más bellas del cantaor de Huelva y de ese guitarrista llamado Daniel López Vicente que, pudiendo trabajar en cualquier metrópolis, ha elegido quedarse en su tierra, Morón de la Frontera. Un pueblo, por cierto, en cuyo término se encuentra el centro penitenciario de Sevilla II donde los músicos de la Sinfónica, dirigidos por su compañero Jerome Ireland, ofrecieron este concierto solidario la semana anterior.

Desde que recibió el pasado 28 de febrero la Medalla de Andalucía, Arcángel (Huelva, 1977) siente una enorme responsabilidad por su tierra y en el coloquio que modera quien suscribe estas líneas esta cuestión estará muy presente. "Quiero creer que no me otorgaron la medalla por lo que he hecho sino por lo que prevén que puedo hacer para defender una tradición y una música que nos define como personas, que es inherente a nosotros. Así me planteo la distinción, como una mochila que no me va a pesar llevarla tan lejos como pueda ir y que me impulsa a defender los valores de mi tierra con la mayor honestidad, a ser razonable y coherente", explicó.

Ese compromiso lo asumió desde muy joven en su carrera musical, como probó su disco de debut de 2001, Arcángel, registrado en un momento personal muy complicado. "Mi padre se estaba muriendo cuando empecé a grabarlo y yo era muy joven. De repente, en un momento en que el gusto estético iba por otro lado, más camaronero, me propuse recuperar sones de otra época que parecía extinguida y muchos aficionados valoraron aquel esfuerzo", recordó Arcángel sobre los inicios, remontándose incluso a aquel niño en cuya casa no había afición flamenca, como sí ocurría en el hogar de Dani de Morón. "Empecé a cantar imitando los temas que escuchaba por la radio hasta que un día un vecino me animó a presentarme a un concurso de fandangos, que gané con 10 años, y ahí empezó todo", repasó esa voz prodigiosa que no puso reparos en ilustrar, por fandangos, los estilos de Camarón, Enrique Morente y de los maestros antiguos como Pepe Pinto.

Sabedor del poder de la poesía para expresar sentimientos que, por timidez o pudor, no logramos sacar fuera, Arcángel se valió de las letras que popularizaron Lole y Manuel para emocionar y hacer pensar a los internos: Dime si has 'odiao' alguna vez a quien hiciste creer un cariño de verdad, dime ....

También Dani de Morón ejemplificó el tradicional toque a cuerda pelá de su tierra y tuvo ocasión de homenajear al maestro Paco de Lucía y de responder, junto a Arcángel, a la pregunta de cómo era el legendario guitarrista Niño Miguel, a quien algunos internos de Huelva recordaban haber visto deambular por las calles en sus días más aciagos. El encuentro terminó por cantiñas y alegrías de Cádiz porque, al unísono, todos los congregados pidieron a Arcángel que les cantara esas letras que Camarón de la Isla popularizó junto a Tomate: Que con la luz del cigarro/ yo vi el molino...

Al terminar su recital, Arcángel y Dani de Morón firmaron el cuerpo de la guitarra del Aula de Cultura, testigo de su respaldo al proyecto que Solidarios desarrolla con el Ayuntamiento de Sevilla para que las principales manifestaciones culturales que se generan en la ciudad -del Festival de Cine al Mes de Danza pasando por la Bienal que dirige Cristóbal Ortega, que ya proyectó aquí el documental Alalá de Remedios Malvárez- traspasen estas alambradas y sirvan de instrumento de reinserción social.

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