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Coronavirus | El impacto en la cultura

Músicas desde mi celda

  • Con teatros y auditorios cerrados y programaciones oficiales canceladas, los salones de casa se llenan de conciertos y de óperas gracias a las plataformas virtuales y a las iniciativas de instituciones y músicos

La Filarmónica de Berlín tocando sin público el pasado 12 de marzo.

La Filarmónica de Berlín tocando sin público el pasado 12 de marzo. / D. S.

Esta misma noche el pianista sevillano Juan Pérez Floristán tendría que haber ofrecido en el Espacio Turina de Sevilla el tercer y último de los conciertos que tenía previstos dentro del Femás 2020, un recital con tres sonatas de Beethoven en programa, incluida una de las más célebres e imponentes de todo su catálogo, la Appassionata. Sin embargo, la interpretación pública de esta obra se adelantó una semana. Aplazado el Festival por las razones conocidas, Pérez Floristán transmitió el día 14 por su canal de Instagram una interpretación doméstica, desde su propia casa, de la obra. Cuatro días después, el miércoles 18, el joven pianista repitió experiencia, esta vez tocando los Cuadros de una exposición de Mússorgski.

La de Pérez Floristán es sólo una más entre la infinidad de iniciativas parecidas que están poniendo a disposición del confinado melómano una oferta musical diaria ciertamente extraordinaria. Pero, ¿más de la que ya había? Realmente, ¿era esto necesario en la época de Spotify, Qobuz, Tidal, Youtube, Medici TV, iTunes, etc., etc., etc.? Ni siquiera la transmisión en streaming de interpretaciones domésticas es algo nuevo. Se venía haciendo desde hace mucho. Por más que la oferta pueda acabar en saturación, la principal novedad de este torrente de producciones musicales televisadas deriva de que teatros y orquestas de primerísimo nivel mundial han abierto sus canales de pago de forma gratuita (y temporal, obviamente), lo que ha multiplicado las posibilidades de acceder a contenidos con la mejor calidad imaginable, tanto artística como técnica. 

Una de las más formidables plataformas del universo clásico es el Digital Concert Hall, la sala de conciertos virtual de la Orquesta Filarmónica de Berlín, que está abierta gratuitamente hasta el 31 de marzo. La oferta empezó el día 12 con la retransmisión en directo del concierto de abono previsto, aunque con las butacas de la Philharmonie vacías. Bajo la batuta de Simon Rattle y el concurso de los Neue Vocalsolisten Stuttgart, los Filarmónicos berlineses ofrecieron un programa con la Sinfonía de Luciano Berio y el Concierto para orquesta de Bartók. La actuación (sin público) y la transmisión gratuita se repitió los días 13 y 14. Desde entonces, lo que está disponible es el archivo de la institución, al que se puede acceder para ver lo mismo al Karajan de los 70 que las más recientes interpretaciones del actual titular del conjunto, Kirill Petrenko.

'El Barbero de Sevilla' de Rossini en la producción de José Luis Castro para el Maestranza 'El Barbero de Sevilla' de Rossini en la producción de José Luis Castro para el Maestranza

'El Barbero de Sevilla' de Rossini en la producción de José Luis Castro para el Maestranza / D. S.

La otra novedad esencial de estas iniciativas tiene que ver con las circunstancias tan especiales y dramáticas en que esta apertura gratuita (y casi global) de archivos musicales de vídeo se hace. El poder evocativo de la música no tiene igual, su capacidad para conmovernos, para manipular nuestras emociones más primarias es conocido y ha sido y es usado con todos los fines imaginables (no siempre nobles). Así que ante la expansión de la peste y el confinamiento obligatorio estas iniciativas nos hablan de altruismo, de solidaridad, de plan de choque contra el desaliento, la desmoralización y el aburrimiento, si bien no hay por qué negar la oportunidad promocional, el difundir la existencia de herramientas que seguramente muchos aficionados ni conocían.

Y aquí, la desigualdad se hace sangrante. Por suerte, Canal Sur grabó hace unos años la reposición que hizo el Teatro de la Maestranza de El barbero de Sevilla de Rossini en la producción de José Luis Castro, disponible ahora en el canal de Youtube del teatro, que resulta de una pobreza sonrojante, pues acaba de ponerse en marcha (¡temporada 2019-20!). Entre las orquestas andaluzas la cosa no está mucho mejor. Sólo la ROSS y la Ciudad de Granada mantienen canales propios en Youtube, aunque en ellos es imposible escuchar conciertos completos o al menos interpretaciones de obras con un mínimo de calidad. Entre las cosas que habrá que revisar una vez pase la pandemia están los convenios ultraproteccionistas, la pertinaz escasez de personal y otras circunstancias que han provocado que las grandes instituciones musicales andaluzas lleven un retraso tecnológico, comercial y promocional de décadas. Y el referente aquí no es el Digital Concert Hall berlinés, que vive en otra galaxia. Bastarían iniciativas modestas, como el canal de Youtube de la Sinfónica de Galicia o incluso el de la Orquesta de Extremadura.

El violinista Daniel Hope en una Konzerthaus de Berlín sin público el pasado 18 de marzo. El violinista Daniel Hope en una Konzerthaus de Berlín sin público el pasado 18 de marzo.

El violinista Daniel Hope en una Konzerthaus de Berlín sin público el pasado 18 de marzo. / D. S.

En otra división juegan también las grandes casas de ópera del mundo. En estos días cualquiera con una simple conexión a internet puede ver el Così fan tutte que Michael Haneke hizo para el Teatro Real de Madrid o la Norma de Kevin Newbury para el Liceo (ambas a través de la plataforma My Opera Player). O puede pasarse por la Staatsoper de Viena para seguir el ciclo del Anillo de Wagner o acercarse a Lille para ver The Indian Queen de Purcell, al Metropolitan neoyorquino para volver a presenciar la conocida producción de La fille du regiment de Laurent Pelly que pasó por el Maestranza o ir hasta la Ópera Real de Versalles para asistir al concierto que (sin público) ofreció el día 14 el conjunto de instrumentos de época Les Siècles con las Sinfonías 5ª y de Beethoven.

Otra gran plataforma operística, Opera Vision, que reúne producciones de importantes teatros y festivales del mundo (ninguno español), se ha abierto también gratuitamente en estos días, dejando acceso a espectáculos muy estimulantes, como un Don Giovanni desde Helsinki, Una vuelta de tuerca de Britten desde Leeds o una Rusalka de Dvorák desde Amberes.

Pero no son sólo los grandes teatros. El sello Deutsche Grammophon reunió el 18 de marzo en una Konzerthaus berlinesa vacía a algunas de sus grandes estrellas (el pianista Lang Lang, el violinista Daniel Hope, el mandolinista Avi Avital entre otros) para un concierto que fue transmitido gratuitamente en directo (y que, incomprensiblemente, tres días después ha desaparecido de su canal de Youtube). 

El violinista Pavel Sporcl ha abierto un ciclo de conciertos por suscripción desde su casa. El violinista Pavel Sporcl ha abierto un ciclo de conciertos por suscripción desde su casa.

El violinista Pavel Sporcl ha abierto un ciclo de conciertos por suscripción desde su casa. / D. S.

No todo el mundo está de acuerdo con esta generosa apertura gratuita de archivos musicales o esta proliferación de transmisiones en vivo desde teatros vacíos o casas particulares. Algunos piensan que puede ser contraproducente para el sector. Por ejemplo, la pianista noruega residente en Sevilla Benedicte Palko se preguntaba en su muro de Facebook por qué tenían los artistas que colocarse "en primera línea para hacer más cómoda la situación a los demás" y si no era este un buen momento para reflexionar (en silencio) sobre el valor que la sociedad otorga a la música en vivo y sobre la catástrofe que puede cernirse sobre ella con el hundimiento económico que seguirá a la peste.

Otros han visto también posibilidades laborales. Por ejemplo, y como cuenta Norman Lebrecht en Slipped Disc, el checo Pavel Šporcl, el instrumentista del violín azul, se sumó a la ola filantrópica ofreciendo a través de Facebook un pequeño recital desde su casa el pasado 13 de marzo, que transmitió con medios modestos (su propio teléfono móvil). Para su sorpresa el recital fue seguido no sólo por varios miles de personas en vivo, sino que la grabación fue vista luego por muchas más (a la hora de escribir estas líneas el vídeo ha sido compartido 428 veces y lleva 58.000 reproducciones) y algunas de ellas le escribieron preguntándole cómo podían pagar por su actuación. Šporcl ha decidido mejorar su tecnología de grabación y transmisión y ha creado su propia plataforma (de pago) para ofrecer música en vivo desde su domicilio: la ha llamado Concerts from the Living Room y anuncia dos recitales semanales.

La música ha acompañado siempre a la Humanidad. Muchos la ven como un simple divertimento, como una forma de distraerse en los ratos de ocio (y bien está que así sea); para otros es algo más trascendente, algo que llena sus vidas de sentido e incluso los conecta con la divinidad; y hay algunos otros para quienes sencillamente es su forma (y su medio) de vida. Tras la pandemia se intuyen transformaciones sociales de todo tipo, aunque sería insensato aventurar su sentido. Pero lo que parece seguro es que, desde esta incertidumbre, tanto los amantes como los profesionales de la música tendrán que afrontar retos nuevos, desafíos contra los que conviene ir elaborando estrategias y armándose de argumentos desde ahora mismo, desde las celdas individuales desde las que –paradójicamente– todos seguimos conectados. Crisis significa siempre cambio. Y en los cambios también hay oportunidades.

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