Clásico de la música brasileña El cantante rinde tributo a los grandes con un concierto

Nascimento celebra los 50 años de la 'bossa nova'

  • El músico brasileño actúa esta noche en el Teatro de la Maestranza dentro del ciclo dedicado a grandes intérpretes

El ángel negro, así conoce la afición a Milton Nascimento (Río de Janeiro, 1942), músico que se diera a conocer a mediados de los años 60, cuando la cantante Elis Regina incluyó en su repertorio y popularizó un tema del músico carioca, Cançao do Sal. Nascimento arribaba de este modo a una escena musical brasileña que ya habían revolucionado y universalizado casi diez años atrás aquellos apuestos e impecables chicos de la playa, los Jobim, Moraes y Gilberto (por citar sólo a tres pilares) que con Chega de Saudade vinieron a sellar la fundación mítica de lo que se dio en llamar bossa nova, la nueva ola brasileña, que partía de una suerte de depuración de la samba para entroncar con la bienamada música que por aquel entonces brillaba en las doradas costas de California: el West Coast Jazz y su tempo y modo de conducirse, tanto vital como musicalmente. El éxito fue rotundo, los resultados, imperecederos. Acaso sea la banda sonora de Orfeo Negro (1959), la hermosa película de Marcel Camus, donde la voz individual, la tonada del cantor surgía naturalmente, espontáneamente del hipnótico barullo carnavalesco, la mejor prueba del genio musical de aquellos jovencitos universitarios de clase acomodada, susurrantes y armados de su guitarra como si estuvieran dispuestos siempre a una party junto al mar y una nueva conquista amorosa.

El amor fue correspondido, y no tardaron en menudear las versiones y álbumes enteros dedicados a la bossa por algunas de las más grandes figuras del jazz americano: así Gerry Mulligan, Paul Desmond, Charlie Byrd o Quincy Jones, entre muchos otros, aunque la más célebre de las colaboraciones entre músicos brasileños y norteamericanos (al margen de otros encuentros estelares como el de Jobim y Sinatra) sería la protagonizada por los Gilberto, Astrud y Joâo, y Stan Getz, un verdadero hito que marcaría el punto álgido de la bossa nova. Después de aquello, el género sufriría una excesiva estandarización y luego se disolvería un tanto, a finales de los 60 y principios de los 70, en las mistificadoras y controvertidas fusiones.

Nascimento continúa esa tradición, con una más abierta o directa asunción de los ritmos africanos y la música popular brasileña y el afán experimentador que ya mostrara Jobim desde los 60, y mantiene viva la larga y fructífera relación con el jazz (ha grabado, entre otros, con Wayne Shorter y Sarah Vaughan). Algunas de sus composiciones, como Cais, Travesia o Rio Vermelho, son versionados como auténticos estándares. Llega ahora a España y a nuestro Teatro de la Maestranza, hoy, a rendir tributo a los grandes, con motivo del 50 aniversario de aquella semilegendaria fundación de la bossa nova. Lo hace acompañado por el Jobim Trio, integrado por Paulo Jobim (guitarra y voz), Daniel Jobim (piano y voz) y Paulo Braga (batería). Cuajó la formación el año pasado, durante el cual se celebró el 80 aniversario del nacimiento de Antonio Carlos Jobim (1927-1994), y presentan ahora su recién publicado Novas Bossas (EMI). Abundan, como se verá, los Jobim, hijo y nieto del gran Tom, que se resiste a abandonar la fiesta.

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