Nuevos y eclécticos equilibrios
Orquesta Bética de Cámara | Crítica
La ficha
Orquesta Bética de Cámara
*** Solista: Fábio Brum, trompeta. Orquesta Bética de Cámara. Director: Michael Thomas.
Programa
Felix Mendelssohn (1809-1847): Obertura Las Hébridas
Theo Charlier (1868-1944): Solo de Concours
Antonio Vivaldi (1678-1741): "Agitata da due venti" de Griselda*
Heitor Villa-Lobos (1887-1959): Bachiana brasileira nº5: II. Dança (Martelo)*
Alfredo da Rocha Viana Filho 'Pixinguinha' (1897-1973): Rosa*
Joseph Haydn (1732-1809): Sinfonía nº94 en sol mayor Sorpresa
* Arreglos para trompeta y cuerda
Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado 12 de febrero. Aforo: Media entrada.
La Bética toca con el mismo conjunto la Obertura de Las Hébridas de Mendelssohn y la Sinfonía La sorpresa de Haydn (salvo porque la sinfonía haydniana no lleva clarinetes, claro), y los equilibrios suenan muy diferentes: en Mendelssohn no deja de resultar sorprendente que los instrumentos de viento superen a los de cuerda (12 a 9) lo que hace sonar la pieza de forma ciertamente muy singular, además porque en la cuerda las secciones están igualadas (2+2+2+2+1). Al margen de la sonoridad, Thomas pasó por la obra de forma un tanto acelerada, con dinámicas no muy contrastadas.
En Haydn la cosa es distinta, posiblemente porque las versiones de conjuntos camerísticos y, sobre todo, historicistas nos han acostumbrado ya a versiones de este estilo, de fraseo y articulaciones ágiles y tempi rápidos, que funcionaron muy bien. El conjunto además sonó admirablemente empastado (quitando acaso un pequeño desajuste en la entrada de las trompas en el Allegro inicial), claro y transparente. Quizás fuera una vez más la falta de profundidad en las dinámicas el principal problema de la interpretación, muy especialmente en el Andante, ya que el sobrenombre de la obra viene justamente por el contraste que ocasiona un acorde en fortissimo en el compás 16, pero el efecto hay que prepararlo con una repetición del tema previo en las cuerdas en pianissimo. Thomas empezó demasiado fuerte, apenas redujo el volumen y el efecto del contraste resultó inexistente.
Entre medias, el brasileño Fábio Brum hizo una soberbia demostración de virtuosismo con un conjunto de trompetas: la agilidad en los melismas del aria de Vivaldi, la flexibilidad en la hermosa canción de Pixinguinha, el brillo esplendente en la danza de Villa-Lobos, la claridad impoluta en el estudio de Charlier dejaron la impronta de un músico mañoso, inteligente y dúctil.
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